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Yo dije: «¡Ay, ay, Jehová, Dios, verdaderamente en gran manera has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: “Tendréis paz”, pues la espada ha entrado hasta el alma!»
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¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí, no callaré, porque sonido de trompeta has oído, alma mía: ¡un pregón de guerra!
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Porque he oído una voz como de mujer que está de parto, angustia como de primeriza. Es la voz de la hija de Sión, que lamenta y extiende sus manos, diciendo: “¡Ay de mí, pues mi alma desfallece a causa de los asesinos!”»
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¿No había de castigar esto?, dice Jehová. De una nación como ésta, ¿no se había de vengar mi alma?
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Dice Jehová: ¿No castigaré esto? ¿De tal gente no se vengará mi alma?
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¡Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte mi alma de ti, para que no te convierta en desierto, en tierra deshabitada!»
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Así dijo Jehová: «Paraos en los caminos, mirad y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino. Andad por él y hallaréis descanso para vuestra alma.» Mas dijeron: «¡No andaremos!»
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¿No los he de castigar por estas cosas?, dice Jehová. De tal nación, ¿no se vengará mi alma?
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»He abandonado mi casa, he desamparado mi heredad, he entregado en mano de sus enemigos lo que amaba mi alma.
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Mas si no escucháis esto, en secreto llorará mi alma a causa de vuestra soberbia; y llorando amargamente, se desharán mis ojos en lágrimas, porque el rebaño de Jehová fue hecho cautivo.
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¿Has desechado del todo a Judá? ¿Ha aborrecido tu alma a Sión? ¿Por qué hiciste que nos hirieran sin remedio? Esperamos paz, pero no hubo tal bien; tiempo de curación, y he aquí turbación.
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Languideció la que dio a luz siete; se llenó de dolor su alma, su sol se puso siendo aún de día; fue avergonzada y llena de confusión. Y lo que de ella quede, lo entregaré a la espada delante de sus enemigos, dice Jehová.»
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El alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mis bienes, dice Jehová.»
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Porque satisfaré al alma cansada y saciaré a toda alma entristecida.»
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Yo me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, con todo mi corazón y con toda mi alma.
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Juró el rey Sedequías en secreto a Jeremías, diciendo: —¡Vive Jehová que nos hizo esta alma, que no te mataré ni te entregaré en manos de esos hombres que buscan tu vida!
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Entonces dijo Jeremías a Sedequías: —Así ha dicho Jehová, Dios de los ejércitos, Dios de Israel: “Si te entregas en seguida a los jefes del rey de Babilonia, tu alma vivirá y esta ciudad no será incendiada; vivirás tú y tu casa.
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»Volveré a traer a Israel a su pastizal; pacerá en el Carmelo y en Basán, y en los montes de Efraín y en Galaad se saciará su alma.