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Circuncidaos para el Señor, y quitad los prepucios de vuestros corazones, hombres de Judá y habitantes de Jerusalén, no sea que mi furor salga como fuego y arda y no haya quien lo apague, a causa de la maldad de vuestras obras.
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Por tanto, así dice el Señor, Dios de los ejércitos: Por cuanto han hablado esta palabra, he aquí, pongo mis palabras en tu boca por fuego y a este pueblo por leña, y los consumirá.
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El fuelle sopla con furor, el plomo es consumido por el fuego; en vano se sigue refinando, pues los malvados no son separados.
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Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, las mujeres preparan la masa para hacer tortas a la reina del cielo, y derraman libaciones a otros dioses para ofenderme.
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Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle de Ben-hinom, para quemar a sus hijos y a sus hijas en el fuego, lo cual yo no mandé, ni me pasó por la mente.
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Olivo frondoso, hermoso en fruto y forma, te puso por nombre el Señor. Con ruido de un gran estrépito ha prendido fuego en él, y sus ramas son inservibles.
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Y haré que tus enemigos te lleven a una tierra que no conoces; porque un fuego se ha encendido en mi ira que sobre vosotros arderá.
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Y por tu causa harás que se pierda la heredad que yo te di; te haré servir a tus enemigos en una tierra que no conoces; porque habéis prendido un fuego en mi ira que arderá para siempre.
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Pero si no me escucháis en cuanto a santificar el día de reposo, y traéis carga y entráis por las puertas de Jerusalén en día de reposo, entonces prenderé fuego a sus puertas, que consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará”».
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y han edificado los lugares altos de Baal para quemar a sus hijos en el fuego como holocaustos a Baal, cosa que nunca mandé, ni de la cual hablé, ni me pasó por la mente;
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Pero si digo: No le recordaré ni hablaré más en su nombre, esto se convierte dentro de mí como fuego ardiente encerrado en mis huesos; hago esfuerzos por contenerlo, y no puedo.
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Porque he puesto mi rostro contra esta ciudad para mal, y no para bien” —declara el Señor—. “Será entregada en manos del rey de Babilonia, quien le prenderá fuego”».
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Casa de David, así dice el Señor: “Haced justicia cada mañana, y librad al despojado de manos de su opresor, no sea que salga como fuego mi furor, y arda y no haya quien lo apague, a causa de la maldad de vuestras obras.
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Yo os castigaré conforme al fruto de vuestras obras” —declara el Señor— “y prenderé fuego en su bosque que consumirá todos sus alrededores”».
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Designaré contra ti destructores, cada uno con sus armas, y cortarán tus cedros más selectos y los echarán al fuego.
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¿No es mi palabra como fuego —declara el Señor— y como martillo que despedaza la roca?
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Y de ellos será tomada esta maldición por todos los desterrados de Judá que están en Babilonia, diciendo: “Que el Señor te haga como a Sedequías y como a Acab, a quienes el rey de Babilonia asó al fuego”.
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Y entrarán los caldeos que atacan esta ciudad, prenderán fuego a la ciudad y la quemarán, junto con las casas en las que han ofrecido incienso a Baal sobre sus terrazas y han derramado libaciones a otros dioses para provocarme a ira.
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Y edificaron los lugares altos de Baal que están en el valle de Ben-hinom, para hacer pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas en honor de Moloc, lo cual no les había mandado, ni me pasó por la mente que ellos cometieran esta abominación, para hacer que Judá pecara.
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Así dice el Señor, Dios de Israel: «Ve y habla a Sedequías, rey de Judá, y dile: “Así dice el Señor: ‘He aquí, yo entrego esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y él le prenderá fuego.
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He aquí, daré órdenes» —declara el Señor— «y los haré volver a esta ciudad, y pelearán contra ella, la tomarán y le prenderán fuego; y haré de las ciudades de Judá una desolación sin habitantes».
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Y sucedía que después que Jehudí había leído tres o cuatro columnas, el rey lo cortaba con el cuchillo del escriba y lo echaba al fuego que estaba en el brasero, hasta terminar con todo el rollo en el fuego que estaba en el brasero.
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Entonces Jeremías tomó otro rollo y se lo dio al escriba Baruc, hijo de Nerías, y este escribió en él al dictado de Jeremías todas las palabras del libro que Joacim, rey de Judá, había quemado en el fuego, y aun se le añadieron muchas palabras semejantes.
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Y volverán los caldeos y pelearán contra esta ciudad, la capturarán y le prenderán fuego”».
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Pues aunque hubierais derrotado a todo el ejército de los caldeos que peleaba contra vosotros, y solo quedaran heridos entre ellos, se levantaría cada uno en su tienda, y prenderían fuego a esta ciudad».