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Muy angustiada está mi alma; ¿hasta cuándo, Señor, hasta cuándo?
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Salmo de David.
Álef
A ti, Señor, elevo mi alma;
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Me alegro y me regocijo en tu amor, porque tú has visto mi aflicción y conoces las angustias de mi alma.
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Tenme compasión, Señor, que estoy angustiado; el dolor debilita mis ojos, mi alma y mi cuerpo.
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Bet
Mi alma se gloría en el Señor; lo oirán los humildes y se alegrarán.
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Así mi alma se alegrará en el Señor y se deleitará en su salvación.
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Me devuelven mal por bien y eso me duele en el alma;
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¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás tan angustiada? En Dios pondré mi esperanza y lo seguiré alabando. ¡Él es mi salvación y mi Dios!
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¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás angustiada? En Dios pondré mi esperanza y lo seguiré alabando. ¡Él es mi salvación y mi Dios!
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¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás tan angustiada? En Dios pondré mi esperanza y lo seguiré alabando. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!
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¡Despierta, alma mía! ¡Despierten, lira y arpa! ¡Haré despertar al nuevo día!
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Al director musical. Para Jedutún. Salmo de David.
Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi salvación.
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Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza.
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Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.
Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, sedienta y sin agua.
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Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca.
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Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene.
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Anhelo con el alma los atrios del Señor; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios vivo.
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Reconforta el ánimo de tu siervo, porque a ti, Señor, elevo mi alma.
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Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.
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Salmo de David.
Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre.
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Alaba, alma mía, al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios.
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Bendigan al Señor, todas sus obras en todos los ámbitos de su dominio. ¡Bendice, alma mía, al Señor!
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¡Bendice, alma mía, al Señor! Señor mi Dios, tú eres grandioso; te has revestido de gloria y majestad.
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Que desaparezcan de la tierra los pecadores y que los malvados dejen de existir. ¡Bendice, alma mía, al Señor! ¡Aleluya!
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¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, porque el Señor ha sido bueno contigo!