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Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.
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Si probáremos a hablarte, te será molesto; Pero ¿quién podrá detener las palabras?
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Al que tropezaba enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que decaían.
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Porque pesarían ahora más que la arena del mar; Por eso mis palabras han sido precipitadas.
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Sería aún mi consuelo, Si me asaltase con dolor sin dar más tregua, Que yo no he escondido las palabras del Santo.
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¡Cuán eficaces son las palabras rectas! Pero ¿qué reprende la censura vuestra?
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¿Pensáis censurar palabras, Y los discursos de un desesperado, que son como el viento?
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¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, Y las palabras de tu boca serán como viento impetuoso?
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¿No te enseñarán ellos, te hablarán, Y de su corazón sacarán palabras?
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¿Cuánto menos le responderé yo, Y hablaré con él palabras escogidas?
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¿Las muchas palabras no han de tener respuesta? ¿Y el hombre que habla mucho será justificado?
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Ciertamente el oído distingue las palabras, Y el paladar gusta las viandas.
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¿Disputará con palabras inútiles, Y con razones sin provecho?
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¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios, Y las palabras que con dulzura se te dicen?
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Para que contra Dios vuelvas tu espíritu, Y saques tales palabras de tu boca?
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¿Tendrán fin las palabras vacías? ¿O qué te anima a responder?
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También yo podría hablar como vosotros, Si vuestra alma estuviera en lugar de la mía; Yo podría hilvanar contra vosotros palabras, Y sobre vosotros mover mi cabeza.
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Pero yo os alentaría con mis palabras, Y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor.
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¿Cuándo pondréis fin a las palabras? Entended, y después hablemos.
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¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma, Y me moleréis con palabras?
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¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribiesen en un libro;
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Esta es la porción que Dios prepara al hombre impío, Y la heredad que Dios le señala por su palabra.
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Oíd atentamente mi palabra, Y sea esto el consuelo que me deis.
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Toma ahora la ley de su boca, Y pon sus palabras en tu corazón.
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Del mandamiento de sus labios nunca me separé; Guardé las palabras de su boca más que mi comida.