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»Si se vuelven a Dios de todo corazón y con toda el alma, y proceden sinceramente ante él, él se volverá a ustedes y no se les ocultará más.
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¡Dichosos todos los que sientan pesar por los castigos que vas a sufrir; pues más tarde se alegrarán por ti, cuando vean toda tu eterna dicha! »Alma mía, alaba al Señor, el gran Rey.
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Sus sandalias le deslumbraron los ojos, su belleza le cautivó el alma, y la espada le atravesó el cuello.
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La sabiduría no entra en un alma perversa, ni vive en un cuerpo entregado al pecado.
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lo arrebató para que el mal no pervirtiera su mente, para que el error no sedujera su alma,
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Como su alma era agradable a Dios, Dios se apresuró a sacarlo de la maldad. La gente ve esto, pero no lo entiende; no comprende
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Yo era un niño, bueno por naturaleza, que había recibido un alma buena,
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el cuerpo mortal es un peso para el alma; estando hecho de barro, oprime la mente, en la que bullen tantos pensamientos.
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Entró en el alma de Moisés, tu siervo, y con milagros y prodigios hizo frente a reyes temibles.
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porque no reconoció a Dios, que lo formó a él, le infundió un alma activa y le comunicó aliento de vida.
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En cambio el hombre, en su maldad, puede quitar la vida, es cierto, pero no puede devolverla ni hacer regresar el alma que ha sido arrebatada por la muerte.
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Él da consuelo al alma, luz a los ojos, y salud, vida y bendición.
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La deseé con toda mi alma, y la encontré en toda su pureza. Desde el primer momento me enamoré de ella, y por eso no la abandonaré, jamás me apartaré de ella.
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»”Señor todopoderoso, Dios de Israel, con el alma afligida y el espíritu abatido clamamos a ti.
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El aspecto del sumo sacerdote impresionaba profundamente a quienes lo miraban: su rostro y la palidez de su semblante manifestaban la angustia de su alma;
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Pero mucho más admirable aún y digna de glorioso recuerdo fue la madre, quien, viendo morir a sus siete hijos en un solo día, lo sobrellevó todo con fortaleza de alma, sostenida por la esperanza en el Señor.
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Y Judas, que se había entregado todo entero, en cuerpo y alma, a luchar en primera fila por sus conciudadanos, sin perder el afecto que desde joven había sentido por su pueblo, ordenó que le cortaran la cabeza a Nicanor y el brazo derecho, y que los llevaran a Jerusalén.