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Alabanzas al Creador
¡Bendeciré al Señor con toda mi alma! ¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío! Te has vestido de gloria y esplendor;
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¡Que desaparezcan de la tierra los pecadores! ¡Que dejen de existir los malvados! ¡Bendeciré al Señor con toda mi alma! ¡Aleluya!
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Mi corazón está dispuesto
Cántico y salmo de David.
Mi corazón está dispuesto, Dios mío, ¡dispuesto a cantarte himnos! Despierta, alma mía;
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Con toda mi alma espero al Señor, y confío en su palabra.
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¡Los odio con toda mi alma! ¡Los considero mis enemigos!
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Alabanzas a los hechos de Dios
¡Aleluya! Alabaré al Señor con toda mi alma.
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Para alegrar el corazón, buenos perfumes; para endulzar el alma, un consejo de amigos.
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¿Pero qué podré yo decirle, si él fue quien lo hizo? El sueño se me ha ido por la amargura de mi alma.
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Me duelen los ojos hasta el alma, por lo ocurrido a las hijas de mi ciudad.
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No tengan miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; teman más bien al que puede hacer perecer alma y cuerpo en el infierno.
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Jesús le dijo: —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.”
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Les dijo: —Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quédense ustedes aquí, y permanezcan despiertos conmigo.
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Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”
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Les dijo: —Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quédense ustedes aquí, y permanezcan despiertos.
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María dijo: «Mi alma alaba la grandeza del Señor;
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a fin de que las intenciones de muchos corazones queden al descubierto. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que atraviese tu propia alma.
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El maestro de la ley contestó: —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”; y, “ama a tu prójimo como a ti mismo.”
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Que Dios mismo, el Dios de paz, los haga a ustedes perfectamente santos, y les conserve todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sin defecto alguno, para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
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Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón.
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Esta esperanza mantiene firme y segura nuestra alma, igual que el ancla mantiene firme al barco. Es una esperanza que ha penetrado hasta detrás del velo en el templo celestial,
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El buen ejemplo
Queridos hermanos, les ruego, como a extranjeros de paso por este mundo, que no den lugar a los deseos humanos que luchan contra el alma.