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Me devuelven mal por bien y eso me duele en el alma;
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¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás tan angustiada? En Dios pondré mi esperanza y lo seguiré alabando. ¡Él es mi salvación y mi Dios!
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¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás angustiada? En Dios pondré mi esperanza y lo seguiré alabando. ¡Él es mi salvación y mi Dios!
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¿Por qué estás tan abatida, alma mía? ¿Por qué estás tan angustiada? En Dios pondré mi esperanza y lo seguiré alabando. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!
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¡Despierta, alma mía! ¡Despierten, lira y arpa! ¡Haré despertar al nuevo día!
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Al director musical. Para Jedutún. Salmo de David.
Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi salvación.
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Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza.
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Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.
Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, sedienta y sin agua.
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Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca.
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Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene.
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Anhelo con el alma los atrios del Señor; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios vivo.
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Reconforta el ánimo de tu siervo, porque a ti, Señor, elevo mi alma.
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Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.
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Salmo de David.
Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre.
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Alaba, alma mía, al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios.
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Bendigan al Señor, todas sus obras en todos los ámbitos de su dominio. ¡Bendice, alma mía, al Señor!
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¡Bendice, alma mía, al Señor! Señor mi Dios, tú eres grandioso; te has revestido de gloria y majestad.
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Que desaparezcan de la tierra los pecadores y que los malvados dejen de existir. ¡Bendice, alma mía, al Señor! ¡Aleluya!
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¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, porque el Señor ha sido bueno contigo!
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Se consume mi alma deseando tus leyes en todo tiempo.
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De angustia se me derrite el alma: susténtame conforme a tu palabra.
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Espero al Señor, lo espero con toda el alma; en su palabra he puesto mi esperanza.
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Espero al Señor con toda el alma, más que los centinelas la mañana. Como esperan los centinelas la mañana,
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Por la mañana hazme saber de tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el camino que debo seguir, porque a ti elevo mi alma.
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¡Aleluya! Alaba, alma mía, al Señor.