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Y oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí: Heme aquí; envíame a mí.
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Porque a la voz del Señor, Asiria se aterrará cuando Él hiera con la vara.
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Voz de estruendo viene de la ciudad, una voz sale del templo: la voz del Señor que da el pago a sus enemigos.
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Acostémonos en nuestra vergüenza, y que nos cubra nuestra humillación; porque hemos pecado contra el Señor nuestro Dios, nosotros y nuestros padres desde nuestra juventud hasta hoy, y no hemos obedecido la voz del Señor nuestro Dios.
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Entonces les dirás: «Esta es la nación que no escuchó la voz del Señor su Dios, ni aceptó corrección; ha perecido la verdad, ha sido cortada de su boca.
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Ahora bien, enmendad vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz del Señor vuestro Dios, y el Señor se arrepentirá del mal que ha pronunciado contra vosotros.
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Pero Jeremías dijo: No te entregarán. Te ruego que escuches la voz del Señor en lo que te digo, y te irá bien y vivirás.
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Sea buena o mala, escucharemos la voz del Señor nuestro Dios a quien te enviamos, para que nos vaya bien cuando escuchemos la voz del Señor nuestro Dios.
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Pero si decís: “No nos quedaremos en esta tierra”, no obedeciendo así la voz del Señor vuestro Dios,
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Y hoy os lo he declarado, pero no habéis escuchado la voz del Señor vuestro Dios, ni en cosa alguna de lo que Él me ha enviado a deciros.
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No obedeció, pues, Johanán, hijo de Carea, ni ninguno de los capitanes de las tropas, ni nadie del pueblo, la voz del Señor, de quedarse en la tierra de Judá,
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y entraron en la tierra de Egipto (pues no escucharon la voz del Señor) y se adentraron hasta Tafnes.
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Porque quemasteis sacrificios y pecasteis contra el Señor y no obedecisteis la voz del Señor ni anduvisteis en su ley, ni en sus estatutos, ni en sus testimonios, por tanto, os ha sobrevenido esta calamidad, como sucede hoy.
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y no hemos obedecido la voz del Señor nuestro Dios para andar en sus enseñanzas, que Él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas.
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La voz del Señor clamará a la ciudad (prudente es temer tu nombre): Oíd, oh tribu, ¿quién ha señalado su tiempo?
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Y Zorobabel, hijo de Salatiel, el sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac, y todo el remanente del pueblo, obedecieron la voz del Señor su Dios y las palabras del profeta Hageo, como el Señor su Dios le había mandado. Y temió el pueblo delante del Señor.
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Y los que están lejos vendrán y reedificarán el templo del Señor. Entonces sabréis que el Señor de los ejércitos me ha enviado a vosotros. Esto sucederá si escucháis obedientes la voz del Señor vuestro Dios.