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El privilegio de morar en Sión

A los hijos de Coré. Salmo. Cántico

87 Su cimiento está en el monte santo.
Ama Jehová las puertas de Sión
más que todas las moradas de Jacob.
¡Cosas gloriosas se han dicho de ti,
ciudad de Dios! Selah

«Yo me acordaré de Rahab y de Babilonia
entre los que me conocen,
aquí están Filistea y Tiro, con Etiopía;
estos nacieron allá.»

Y de Sión se dirá:
«Éste y aquél han nacido en ella.»
Y el Altísimo mismo la establecerá.
Jehová contará al inscribir a los pueblos:
«Éste nació allí.» Selah

Y cantores y músicos dirán en ella:
«Todas mis fuentes están en ti.»

Súplica para ser librado de la muerte

Cántico. Salmo para los hijos de Coré. Al músico principal, para cantar sobre Mahalat. Masquil de Hemán ezraíta

88 Jehová, Dios de mi salvación,
día y noche clamo delante de ti.
¡Llegue mi oración a tu presencia!
¡Inclina tu oído hacia mi clamor!,

porque mi alma está hastiada de males
y mi vida cercana al seol.
Soy contado entre los que descienden al sepulcro;
soy como un hombre sin fuerza,
abandonado entre los muertos,
como los pasados a espada que yacen en el sepulcro,
de quienes no te acuerdas ya
y que fueron arrebatados de tu mano.
Me has puesto en el hoyo profundo,
en tinieblas, en lugares profundos.
Sobre mí reposa tu ira
y me sumerges en todas tus olas. Selah
Has alejado de mí a mis conocidos;
me has hecho repugnante para ellos;
encerrado estoy sin poder escapar.
Mis ojos enfermaron a causa de mi aflicción.
Te he llamado, Jehová, cada día;
he extendido a ti mis manos.
10 ¿Manifestarás tus maravillas a los muertos?
¿Se levantarán los muertos para alabarte? Selah
11 ¿Será proclamada en el sepulcro tu misericordia
o tu verdad en el Abadón?
12 ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas
y tu justicia en la tierra del olvido?

13 Mas yo a ti he clamado, Jehová,
y de mañana mi oración se presenta delante de ti.
14 ¿Por qué, Jehová, desechas mi alma?
¿Por qué escondes de mí tu rostro?
15 Yo estoy afligido y menesteroso;
desde la juventud he llevado tus terrores, he estado lleno de miedo.
16 Sobre mí han pasado tus iras
y me oprimen tus terrores.
17 Me han rodeado como aguas continuamente;
a una me han cercado.
18 Has alejado de mí al amado y al compañero,
y a mis conocidos has puesto en tinieblas.

13 Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno y serás alabado por ella, porque está al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme, porque no en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para hacer justicia y para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia, pues por esto pagáis también los tributos, porque las autoridades están al servicio de Dios, dedicadas continuamente a este oficio. Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.

No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros, pues el que ama al prójimo ha cumplido la Ley, porque: «No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás», y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» 10 El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la Ley es el amor.

11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. 12 La noche está avanzada y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de la luz. 13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y libertinaje, no en contiendas y envidia. 14 Al contrario, vestíos del Señor Jesucristo y no satisfagáis los deseos de la carne.