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LIBRO 5

Dios libra de la aflicción

107 Alabad a Jehová, porque él es bueno,
porque para siempre es su misericordia.
Díganlo los redimidos de Jehová,
los que ha redimido del poder del enemigo
y los ha congregado de las tierras,
del oriente y del occidente,
del norte y del sur.

Anduvieron perdidos por el desierto,
por soledad sin camino,
sin hallar ciudad en donde vivir.
Hambrientos y sedientos,
su alma desfallecía en ellos.
    Entonces clamaron a Jehová en su angustia
    y los libró de sus aflicciones.
Los dirigió por camino derecho,
para que llegaran a ciudad habitable.
    ¡Alaben la misericordia de Jehová
    y sus maravillas para con los hijos de los hombres!,
porque sacia al alma menesterosa,
y llena de bien al alma hambrienta.

10 Algunos moraban en tinieblas y en sombra de muerte,
aprisionados en aflicción y en hierros,
11 por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová,
y aborrecieron el consejo del Altísimo.
12 Por eso con el trabajo quebrantó sus corazones;
cayeron, y no hubo quien los ayudara.
13     Luego que clamaron a Jehová en su angustia,
    los libró de sus aflicciones;
14 los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte,
y rompió sus prisiones.
15     ¡Alaben la misericordia de Jehová
    y sus maravillas para con los hijos de los hombres!,
16 porque quebrantó las puertas de bronce
y desmenuzó los cerrojos de hierro.
17 Fueron afligidos los insensatos
a causa del camino de su rebelión
y a causa de sus maldades;
18 su alma rechazó todo alimento
y llegaron hasta las puertas de la muerte.
19     Pero clamaron a Jehová en su angustia
    y los libró de sus aflicciones.
20 Envió su palabra y los sanó;
los libró de su ruina.
21     ¡Alaben la misericordia de Jehová
    y sus maravillas para con los hijos de los hombres!
22 ¡Ofrezcan sacrificios de alabanza
y publiquen sus obras con júbilo!

23 Los que descienden al mar en naves
y hacen negocio en las muchas aguas,
24 ellos han visto las obras de Jehová
y sus maravillas en las profundidades,
25 porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso
que encrespa sus olas.
26 Suben a los cielos, descienden a los abismos;
sus almas se derriten con el mal.
27 Tiemblan y titubean como ebrios,
y toda su ciencia es inútil.
28     Entonces en su angustia claman a Jehová,
    y él los libra de sus aflicciones.
29 Cambia la tempestad en sosiego
y se apaciguan sus olas.
30 Luego se alegran, porque se apaciguaron,
y así los guía al puerto que deseaban.
31     ¡Alaben la misericordia de Jehová
    y sus maravillas para con los hijos de los hombres!
32 ¡Exáltenlo en la asamblea del pueblo,
y en la reunión de ancianos lo alaben!

33 Él convierte los ríos en desierto
y los manantiales de las aguas en sequedales;
34 la tierra fructífera en estéril,
por la maldad de los que la habitan.
35 Vuelve el desierto en estanques de aguas
y la tierra seca en manantiales.
36 Allí establece a los hambrientos
y fundan ciudad donde vivir.
37 Siembran campos y plantan viñas;
rinden abundante fruto.
38 Los bendice, y se multiplican en gran manera;
y no disminuye su ganado.

39 Luego son menoscabados y abatidos
a causa de tiranía, de males y congojas.
40 Él esparce menosprecio sobre los príncipes
y los hace andar perdidos, vagabundos y sin camino.
41 Levanta de la miseria al pobre
y hace multiplicar las familias como a rebaños de ovejas.
42 Véanlo los rectos y alégrense,
y todos los malos cierren su boca.
43 Quien sea sabio y guarde estas cosas,
entenderá las misericordias de Jehová.

Petición de ayuda contra el enemigo(A)

Cántico. Salmo de David

108 Mi corazón, Dios, está dispuesto;
cantaré y entonaré salmos;
ésta es mi gloria.
¡Despiértate, salterio y arpa;
despertaré al alba!
Te alabaré, Jehová, entre los pueblos;
a ti cantaré salmos entre las naciones,
porque más grande que los cielos es tu misericordia
y hasta los cielos tu fidelidad.

Exaltado seas, Dios, sobre los cielos,
y sobre toda la tierra sea enaltecida tu gloria.
Para que sean librados tus amados,
salva con tu diestra y respóndeme.

Dios ha dicho en su santuario:
«¡Yo me alegraré; repartiré a Siquem
y mediré el valle de Sucot!
Mío es Galaad, mío es Manasés
y Efraín es la fortaleza de mi cabeza;
Judá es mi legislador.
Moab, la vasija para lavarme;
sobre Edom echaré mi calzado;
me regocijaré sobre Filistea.»

10 ¿Quién me guiará a la ciudad fortificada?
¿Quién me guiará hasta Edom?
11 ¿No serás tú, Dios, que nos habías desechado
y no salías, Dios, con nuestros ejércitos?
12 Danos socorro contra el adversario,
porque vana es la ayuda del hombre.
13 En Dios haremos proezas
y él hollará a nuestros enemigos.

Clamor de venganza

Al músico principal. Salmo de David

109 Dios de mi alabanza,
no calles,
porque boca de impío y boca de engañador
se han abierto contra mí;
han hablado de mí con lengua mentirosa.
Con palabras de odio me han rodeado
y pelearon contra mí sin causa.
En pago de mi amor me han sido adversarios;
pero yo oraba.
Me devuelven mal por bien
y odio por amor.

Pon sobre él al impío
y Satanás esté a su diestra.
Cuando sea juzgado, salga culpable,
y su oración sea para pecado.
Sean pocos sus días,
tome otro su oficio.
Queden sus hijos huérfanos
y su mujer viuda.
10 Anden sus hijos vagabundos y mendiguen;
procuren su pan muy lejos de sus desolados hogares.
11 Que el acreedor se apodere de todo lo que tiene
y extraños saqueen su trabajo.
12 No tenga quien le haga misericordia
ni haya quien tenga compasión de sus huérfanos.
13 ¡Su posteridad sea destruida;
en la segunda generación sea borrado su nombre!
14 Venga en memoria ante Jehová la maldad de sus padres
y el pecado de su madre no sea borrado.
15 Estén siempre delante de Jehová
y él corte de la tierra su memoria,
16 por cuanto no se acordó de hacer misericordia,
y persiguió al hombre afligido y menesteroso,
al quebrantado de corazón, para darle muerte.
17 Amó la maldición, y ésta le sobrevino;
no quiso la bendición, ¡y ella se alejó de él!
18 Se vistió de maldición como de su vestido;
entró como agua en su interior
y como aceite en sus huesos.
19 Séale como vestido con que se cubra
y en lugar de cinto con que se ciña siempre.

20 Sea éste el pago de parte de Jehová a los que me calumnian
y a los que hablan mal contra mi alma.
21 Y tú, Jehová, Señor mío,
favoréceme por amor de tu nombre;
líbrame, porque es buena tu misericordia,
22 porque yo estoy afligido y necesitado,
y mi corazón está herido dentro de mí.
23 Me voy como la sombra cuando declina;
¡soy sacudido como una langosta!
24 Mis rodillas están debilitadas a causa del ayuno
y mi carne desfallece por falta de gordura.
25 Yo he sido para ellos objeto de oprobio;
me miraban y, burlándose, meneaban su cabeza.

26 ¡Ayúdame, Jehová, Dios mío!
¡Sálvame conforme a tu misericordia!
27 Y entiendan que ésta es tu mano;
que tú, Jehová, has hecho esto.
28 Maldigan ellos, ¡pero bendice tú!
Levántense, pero sean avergonzados, y que se regocije tu siervo.
29 Sean vestidos de ignominia los que me calumnian;
¡sean cubiertos de confusión como con manto!

30 Yo alabaré a Jehová en gran manera con mi boca;
en medio de la muchedumbre lo alabaré,
31 porque él se pondrá a la diestra del pobre,
para librar su alma de los que lo juzgan.

El ministerio de los apóstoles

Por tanto, que los hombres nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se requiere de los administradores es que cada uno sea hallado fiel. En cuanto a mí, en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros o por tribunal humano. ¡Ni aun yo mismo me juzgo! Aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor. Así que no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas y manifestará las intenciones de los corazones. Entonces, cada uno recibirá su alabanza de Dios.

Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor a vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno os envanezcáis unos contra otros, porque ¿quién te hace superior? ¿Y qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?

Ya estáis saciados, ya sois ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinarais, para que nosotros reináramos también juntamente con vosotros!, porque, según pienso, Dios nos ha puesto a nosotros los apóstoles en el último lugar, como a sentenciados a muerte. ¡Hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres! 10 Nosotros somos insensatos por causa de Cristo, y vosotros sois prudentes en Cristo; nosotros débiles, y vosotros fuertes; vosotros sois honorables, y nosotros despreciados. 11 Hasta el día de hoy padecemos hambre y tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados y no tenemos lugar fijo donde vivir. 12 Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. 13 Nos difaman, y respondemos con bondad; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos.

14 No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados. 15 Aunque tengáis diez mil maestros en Cristo, no tendréis muchos padres, pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. 16 Por tanto, os ruego que me imitéis. 17 Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias.

18 Algunos están envanecidos, como si yo nunca hubiera de ir a vosotros. 19 Pero iré pronto a visitaros, si el Señor quiere, y conoceré, no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos, 20 pues el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. 21 ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?