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Súplica por la liberación

(Sal. 40.13-17)

Al músico principal. Salmo de David, para conmemorar.

70 Oh Dios, acude a librarme;

Apresúrate, oh Dios, a socorrerme.

Sean avergonzados y confundidos

Los que buscan mi vida;

Sean vueltos atrás y avergonzados

Los que mi mal desean.

Sean vueltos atrás, en pago de su afrenta hecha,

Los que dicen: ¡Ah! ¡Ah!

Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan,

Y digan siempre los que aman tu salvación:

Engrandecido sea Dios.

Yo estoy afligido y menesteroso;

Apresúrate a mí, oh Dios.

Ayuda mía y mi libertador eres tú;

Oh Jehová, no te detengas.

Oración de un anciano

71 En ti, oh Jehová, me he refugiado;

No sea yo avergonzado jamás.

Socórreme y líbrame en tu justicia;

Inclina tu oído y sálvame.

Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente.

Tú has dado mandamiento para salvarme,

Porque tú eres mi roca y mi fortaleza.

Dios mío, líbrame de la mano del impío,

De la mano del perverso y violento.

Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza,

Seguridad mía desde mi juventud.

En ti he sido sustentado desde el vientre;

De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó;

De ti será siempre mi alabanza.

Como prodigio he sido a muchos,

Y tú mi refugio fuerte.

Sea llena mi boca de tu alabanza,

De tu gloria todo el día.

No me deseches en el tiempo de la vejez;

Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares.

10 Porque mis enemigos hablan de mí,

Y los que acechan mi alma consultaron juntamente,

11 Diciendo: Dios lo ha desamparado;

Perseguidle y tomadle, porque no hay quien le libre.

12 Oh Dios, no te alejes de mí;

Dios mío, acude pronto en mi socorro.

13 Sean avergonzados, perezcan los adversarios de mi alma;

Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi mal buscan.

14 Mas yo esperaré siempre,

Y te alabaré más y más.

15 Mi boca publicará tu justicia

Y tus hechos de salvación todo el día,

Aunque no sé su número.

16 Vendré a los hechos poderosos de Jehová el Señor;

Haré memoria de tu justicia, de la tuya sola.

17 Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud,

Y hasta ahora he manifestado tus maravillas.

18 Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares,

Hasta que anuncie tu poder a la posteridad,

Y tu potencia a todos los que han de venir,

19 Y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso.

Tú has hecho grandes cosas;

Oh Dios, ¿quién como tú?

20 Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males,

Volverás a darme vida,

Y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra.

21 Aumentarás mi grandeza,

Y volverás a consolarme.

22 Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio,

Oh Dios mío; tu verdad cantaré a ti en el arpa,

Oh Santo de Israel.

23 Mis labios se alegrarán cuando cante a ti,

Y mi alma, la cual redimiste.

24 Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día;

Por cuanto han sido avergonzados, porque han sido confundidos los que mi mal procuraban.

El reino de un rey justo

Para Salomón.

72 Oh Dios, da tus juicios al rey,

Y tu justicia al hijo del rey.

Él juzgará a tu pueblo con justicia,

Y a tus afligidos con juicio.

Los montes llevarán paz al pueblo,

Y los collados justicia.

Juzgará a los afligidos del pueblo,

Salvará a los hijos del menesteroso,

Y aplastará al opresor.

Te temerán mientras duren el sol

Y la luna, de generación en generación.

Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada;

Como el rocío que destila sobre la tierra.

Florecerá en sus días justicia,

Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna.

Dominará de mar a mar,

Y desde el río hasta los confines de la tierra.(A)

Ante él se postrarán los moradores del desierto,

Y sus enemigos lamerán el polvo.

10 Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes;

Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones.

11 Todos los reyes se postrarán delante de él;

Todas las naciones le servirán.

12 Porque él librará al menesteroso que clamare,

Y al afligido que no tuviere quien le socorra.

13 Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso,

Y salvará la vida de los pobres.

14 De engaño y de violencia redimirá sus almas,

Y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.

15 Vivirá, y se le dará del oro de Sabá,

Y se orará por él continuamente;

Todo el día se le bendecirá.

16 Será echado un puñado de grano en la tierra, en las cumbres de los montes;

Su fruto hará ruido como el Líbano,

Y los de la ciudad florecerán como la hierba de la tierra.

17 Será su nombre para siempre,

Se perpetuará su nombre mientras dure el sol.

Benditas serán en él todas las naciones;

Lo llamarán bienaventurado.

18 Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel,

El único que hace maravillas.

19 Bendito su nombre glorioso para siempre,

Y toda la tierra sea llena de su gloria.

Amén y Amén.

20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.

LIBRO III

El destino de los malos

Salmo de Asaf.

73 Ciertamente es bueno Dios para con Israel,

Para con los limpios de corazón.

En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;

Por poco resbalaron mis pasos.

Porque tuve envidia de los arrogantes,

Viendo la prosperidad de los impíos.

Porque no tienen congojas por su muerte,

Pues su vigor está entero.

No pasan trabajos como los otros mortales,

Ni son azotados como los demás hombres.

Por tanto, la soberbia los corona;

Se cubren de vestido de violencia.

Los ojos se les saltan de gordura;

Logran con creces los antojos del corazón.

Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;

Hablan con altanería.

Ponen su boca contra el cielo,

Y su lengua pasea la tierra.

10 Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí,

Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos.

11 Y dicen: ¿Cómo sabe Dios?

¿Y hay conocimiento en el Altísimo?

12 He aquí estos impíos,

Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.

13 Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón,

Y lavado mis manos en inocencia;

14 Pues he sido azotado todo el día,

Y castigado todas las mañanas.

15 Si dijera yo: Hablaré como ellos,

He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.

16 Cuando pensé para saber esto,

Fue duro trabajo para mí,

17 Hasta que entrando en el santuario de Dios,

Comprendí el fin de ellos.

18 Ciertamente los has puesto en deslizaderos;

En asolamientos los harás caer.

19 ¡Cómo han sido asolados de repente!

Perecieron, se consumieron de terrores.

20 Como sueño del que despierta,

Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia.

21 Se llenó de amargura mi alma,

Y en mi corazón sentía punzadas.

22 Tan torpe era yo, que no entendía;

Era como una bestia delante de ti.

23 Con todo, yo siempre estuve contigo;

Me tomaste de la mano derecha.

24 Me has guiado según tu consejo,

Y después me recibirás en gloria.

25 ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?

Y fuera de ti nada deseo en la tierra.

26 Mi carne y mi corazón desfallecen;

Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.

27 Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán;

Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta.

28 Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;

He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,

Para contar todas tus obras.

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