Job 17-19
Nueva Versión Internacional
17 Mi espíritu está quebrantado,
mis días se acortan,
la tumba me espera.
2 Estoy rodeado de burlones;
mis ojos no pueden cerrarse por su hostilidad.
3 »Dame, oh Dios, la garantía que demandas.
¿Quién más podría responder por mí?
4 Tú has cerrado sus mentes al entendimiento,
por eso no dejarás que triunfen.
5 Quien por una recompensa denuncia a sus amigos
verá a sus hijos desfallecer.
6 »Dios me ha puesto en boca de todos;
no falta quien me escupa en la cara.
7 Los ojos se me apagan a causa del dolor;
todo mi esqueleto no es más que una sombra.
8 Los íntegros ven esto y se quedan asombrados;
los inocentes se indignan contra el impío.
9 La gente justa se aferra a su camino;
los de manos limpias aumentan su fuerza.
10 »Vengan, pues, todos ustedes; ¡arremetan contra mí!
No hallaré entre ustedes a un solo sabio.
11 Mis días van pasando, mis planes se frustran
junto con los anhelos de mi corazón.
12 Esta gente convierte la noche en día;
todo está oscuro, pero insisten:
“La luz se acerca”.
13 Si el único hogar que espero está en los dominios de la muerte,[a]
he de tenderme a dormir en las tinieblas;
14 he de llamar “padre mío” a la corrupción
y “madre” y “hermana” a los gusanos.
15 ¿Dónde queda entonces mi esperanza?
¿Quién ve alguna esperanza para mí?
16 ¿Bajará conmigo hasta los dominios de la muerte?[b]
¿Descenderemos juntos hasta el polvo?».
Segundo discurso de Bildad
18 Respondió entonces Bildad de Súah:
2 «¿Cuándo pondrás fin a tanta palabrería?
Entra en razón y entonces hablaremos.
3 ¿Por qué nos tratas como si fuéramos bestias?
¿Por qué nos consideras unos tontos?
4 Tú, que tu enojo te desgarra,
¿crees que por ti quedará desierta la tierra
y que las piedras se moverán de su lugar?
5 »La lámpara del malvado se apagará;
la llama de su fuego dejará de arder.
6 Languidece la luz de su morada;
la lámpara que lo alumbra se apagará.
7 El vigor de sus pasos se irá debilitando;
sus propios planes lo derribarán.
8 Sus pies lo harán caer en una trampa
y entre sus redes quedará atrapado.
9 Quedará sujeto por los tobillos;
quedará atrapado por completo.
10 Un lazo le espera escondido en el suelo;
una trampa está tendida a su paso.
11 El terror lo asalta por doquier
y anda tras sus pasos.
12 La calamidad lo acosa sin descanso;
el desastre no lo deja un solo instante.
13 Carcome el cuerpo;
la muerte devora sus miembros.[c]
14 Lejos de la seguridad de su morada,
marcha ahora hacia el rey de los terrores.
15 El fuego se ha apoderado de su vivienda;[d]
hay azufre ardiente esparcido en su morada.
16 En el tronco, sus raíces se han secado;
en la copa, sus ramas se marchitan.
17 Borrada de la tierra ha sido su memoria;
de su fama nada queda en el país.
18 De la luz es lanzado a las tinieblas;
ha sido expulsado de este mundo.
19 No tiene entre su pueblo hijos ni descendientes;
nadie le sobrevive donde él habitó.
20 Del oriente al occidente
los pueblos se asombran de su ruina
y se estremecen de terror.
21 Así es la morada del malvado,
el lugar del que no conoce a Dios».
Sexto discurso de Job
19 A esto Job respondió:
2 «¿Hasta cuándo van a estar atormentándome
y aplastándome con sus palabras?
3 Diez veces me hacen reproches;
descaradamente me atacan.
4 Aun si fuera verdad que me he desviado,
mis errores son asunto mío.
5 Si en verdad ustedes quieren exaltarse sobre mí,
y valerse de mi humillación para atacarme,
6 sepan que es Dios quien me ha hecho daño,
quien me ha atrapado en su red.
7 »Aunque grito: “¡Violencia!”, no hallo respuesta;
aunque pido ayuda, no se me hace justicia.
8 Dios me ha cerrado el camino y no puedo pasar;
ha cubierto de oscuridad mis senderos.
9 Me ha despojado de toda honra;
de la cabeza me ha quitado la corona.
10 Por todos lados me destroza, como a un árbol;
me aniquila y arranca de raíz mi esperanza.
11 Su enojo se ha encendido contra mí;
me cuenta entre sus enemigos.
12 Sus tropas avanzan en tropel;
levantan una rampa para asediarme;
acampan alrededor de mi tienda de campaña.
13 »Hizo que mis hermanos me abandonaran;
hasta mis amigos se han alejado de mí.
14 Mis parientes y conocidos se distanciaron;
me echaron al olvido.
15 Mis huéspedes y mis criadas me ven como a un extraño,
me miran como a un desconocido.
16 Llamo a mi criado y no me responde,
aunque yo mismo se lo ruego.
17 A mi esposa le da asco mi aliento;
a mis hermanos les resulto repugnante.
18 Hasta los niños me desprecian;
en cuanto me ven, se burlan de mí.
19 A todos mis amigos les resulto abominable;
mis seres queridos se han vuelto contra mí.
20 La piel y la carne se me pegan a los huesos;
¡a duras penas he salvado el pellejo![e]
21 »¡Compadézcanse de mí, amigos míos;
compadézcanse, que la mano de Dios me ha golpeado!
22 ¿Por qué me acosan como Dios?
¿No les basta con desollarme vivo?[f]
23 »¡Ah, si fueran grabadas mis palabras,
si quedaran escritas en un libro!
24 ¡Si para siempre quedaran grabadas con cincel de hierro y plomo,
esculpidas en la roca!
25 Yo sé que mi Redentor[g] vive
y que al final se levantará sobre el polvo.
26 Y, cuando mi piel haya sido destruida,
todavía veré a Dios con mis propios ojos.[h]
27 Yo mismo lo veré con mis propios ojos;
yo lo veré, no otro.
¡Este anhelo me consume las entrañas!
28 »Ustedes dicen: “Vamos a acosarlo,
porque en él está la raíz del mal”.
29 Pero cuídense de la espada,
pues con ella viene la ira justiciera,
para que sepan que hay un juicio».
Footnotes
- 17:13 los dominios de la muerte. Lit. el Seol.
- 17:16 los dominios de la muerte. Lit. las puertas del Seol.
- 18:13 la muerte … sus miembros. Lit. devora sus miembros el primogénito de la muerte.
- 18:15 El fuego … vivienda. Alt. En su vivienda, de lo suyo nada queda.
- 19:20 ¡a duras … el pellejo! Lit. he escapado con la piel de mis dientes.
- 19:22 con desollarme vivo. Lit. con mi carne.
- 19:25 Redentor. Alt. defensor.
- 19:26 con mis propios ojos. Lit. en mi carne.
Hechos 10:1-23
Nueva Versión Internacional
Cornelio manda llamar a Pedro
10 Vivía en Cesarea un centurión llamado Cornelio del regimiento conocido como el Italiano. 2 Él y toda su familia eran devotos y temerosos de Dios. Realizaba muchas obras de beneficencia para el pueblo de Israel y oraba a Dios constantemente. 3 Un día, como a las tres de la tarde,[a] tuvo una visión. Vio claramente a un ángel de Dios que se acercaba y le decía:
—¡Cornelio!
4 —¿Qué quieres, Señor? —preguntó Cornelio, mirándolo fijamente y con mucho miedo.
—Dios ha recibido tus oraciones y tus obras de beneficencia como una ofrenda —contestó el ángel—. 5 Envía de inmediato a algunos hombres a Jope para que hagan venir a un tal Simón, también llamado Pedro. 6 Él se hospeda con Simón el curtidor, que tiene su casa junto al mar.
7 Después de que se fue el ángel que le había hablado, Cornelio llamó a dos de sus siervos y a un soldado devoto de los que le servían regularmente. 8 Les explicó todo lo que había sucedido y los envió a Jope.
La visión de Pedro
9 Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar. Era casi el mediodía.[b] 10 Sintió hambre y quiso algo de comer. Mientras le preparaban la comida, tuvo una visión. 11 Vio el cielo abierto y algo parecido a una gran sábana que, suspendida por las cuatro puntas, descendía hacia la tierra. 12 En ella había toda clase de cuadrúpedos, como también reptiles y aves.
13 —Levántate, Pedro, mata y come —le dijo una voz.
14 —¡De ninguna manera, Señor! —respondió Pedro—. Jamás he comido nada impuro o inmundo.
15 Por segunda vez le insistió la voz:
—Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro.
16 Esto sucedió tres veces y enseguida la sábana fue recogida al cielo.
17 Pedro no atinaba a explicarse cuál podría ser el significado de la visión. Mientras tanto, los hombres enviados por Cornelio, que estuvieron preguntando por la casa de Simón, se presentaron a la puerta. 18 Llamaron y preguntaron si allí se hospedaba Simón, apodado Pedro.
19 Mientras Pedro seguía reflexionando sobre el significado de la visión, el Espíritu le dijo: «Mira, Simón, tres[c] hombres te buscan. 20 Date prisa, baja y no dudes en ir con ellos, porque yo los he enviado».
21 Pedro bajó y dijo a los hombres:
—Aquí estoy; yo soy el que ustedes buscan. ¿Qué asunto los ha traído por acá?
22 Ellos contestaron:
—Venimos de parte del centurión Cornelio, un hombre justo y temeroso de Dios, respetado por todo el pueblo judío. Un ángel de Dios le dio instrucciones de invitarlo a usted a su casa para escuchar lo que usted tiene que decirle.
23 Entonces Pedro los invitó a pasar y los hospedó.
Pedro en casa de Cornelio
Al día siguiente, Pedro se fue con ellos acompañado de algunos creyentes de Jope.
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