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Profecía contra Etiopía

18 ¡Ay del país donde resuena un zumbido de insectos,
del país situado más allá de los ríos de Etiopía,
que envía sus embajadores por el Nilo,
viajando por el agua en barcas de junco!
Vayan, veloces mensajeros,
a un pueblo de alta estatura y piel brillante,
a una nación temida en todas partes,
pueblo fuerte y altanero
que vive en una tierra bañada por ríos.
Todos ustedes, habitantes del mundo,
verán cuando se alce la señal en la montaña,
y oirán cuando suene la trompeta.

El Señor me dijo:

«Desde mi lugar miro tranquilo,
como la luz en un día de verano,
como una nube de rocío en tiempo ardiente de cosecha.
Cuando pase la floración en los viñedos,
y la flor se vuelva uva madura,
pero antes del tiempo de la cosecha,
podarán las ramas con cuchillos,
las cortarán y las retirarán.
Todo quedará abandonado en las montañas
a las aves de rapiña
y a los animales salvajes.
Las aves pasarán allí el verano,
y todos los animales salvajes
se quedarán allí en el invierno.»

En ese tiempo
traerán al Señor todopoderoso
ofrendas de parte del pueblo
de alta estatura y piel brillante,
nación temida en todas partes,
pueblo fuerte y altanero,
que vive en una tierra bañada por ríos.
Las traerán al monte Sión,
donde se invoca el nombre del Señor todopoderoso.

Profecía contra Egipto

19 Profecía contra Egipto:
Miren al Señor:
Viene a Egipto montado en veloz nube.
Ante él tiemblan los ídolos de Egipto,
y los egipcios se llenan de terror.
«Voy a hacer que los egipcios se dividan —dice el Señor—
y peleen unos contra otros:
amigo contra amigo, ciudad contra ciudad,
reino contra reino.
Les haré perder la cabeza,
haré fracasar sus planes.
Entonces consultarán a los ídolos y a los brujos,
a los espíritus de los muertos y a los adivinos.
Pero yo pondré a Egipto en poder de un amo duro;
un rey cruel va a gobernarlo.»
Lo afirma el Señor todopoderoso.

El agua del Nilo se agotará,
el río quedará completamente seco,
los canales despedirán mal olor.
Las corrientes de agua de Egipto
irán disminuyendo hasta secarse,
las cañas y los juncos se marchitarán;
los juncales que están al borde del Nilo,
y todos los sembrados que hay en sus orillas,
se secarán y dejarán de existir.
Todos los que pescan en el Nilo
se pondrán a gemir y a lamentarse;
los que echan sus redes al agua se entristecerán.
Los que trabajan el lino se sentirán desanimados;
las cardadoras y los tejedores se pondrán pálidos;
10 los fabricantes de telas quedarán abatidos,
y todos los artesanos confundidos.

11 ¡Qué tontos son ustedes, jefes de Soan,
los consejeros más sabios de Egipto,
que en realidad son consejeros estúpidos!
¿Cómo se les ocurre decirle al faraón:
«Somos descendientes de sabios,
de reyes de la antigüedad»?
12 ¿Dónde están tus sabios, faraón,
para que te enseñen y te anuncien
los planes que el Señor todopoderoso
tiene contra Egipto?
13 Los jefes de Soan son tontos,
los jefes de Menfis se dejaron engañar,
los jefes de las provincias
han llevado a Egipto por camino falso.
14 El Señor ha puesto en ellos
un espíritu de confusión;
ellos llevan a Egipto por camino falso
en todo lo que hace,
como un borracho que vomita y pierde el equilibrio.
15 Y nadie, sea cabeza o cola,
palmera o junco,
podrá hacer nada por Egipto.

16 En ese día los egipcios parecerán mujeres; se llenarán de miedo y espanto cuando vean que el Señor todopoderoso levanta su mano contra ellos. 17 Los egipcios sentirán terror ante Judá; con sólo recordar su nombre se llenarán de espanto por los planes que el Señor todopoderoso tiene contra Egipto. 18 En ese día habrá en Egipto cinco ciudades que hablarán hebreo y que jurarán fidelidad al Señor todopoderoso. Una de ellas se llamará Ciudad del Sol.

19 En ese día habrá un altar dedicado al Señor en pleno Egipto, y cerca de su frontera se levantará una piedra en honor al Señor. 20 Servirá de señal, para que se recuerde al Señor todopoderoso en el país de Egipto. Cuando griten al Señor pidiendo ayuda contra los que les oprimen, él les enviará un libertador, para que los defienda y los salve. 21 El Señor se dará a conocer a los egipcios, y ellos reconocerán al Señor, le darán culto y le ofrecerán sacrificios y ofrendas. Harán promesas al Señor y las cumplirán. 22 El Señor herirá a Egipto, pero después lo sanará. Ellos se volverán al Señor, y él se compadecerá de ellos y los sanará.

23 En ese día habrá un amplio camino desde Egipto hasta Asiria. Los asirios podrán llegar hasta Egipto y los egipcios hasta Asiria, y los egipcios y los asirios adorarán juntos al Señor.

24 En ese día Israel se colocará a la par con Egipto y Asiria, y será una bendición en medio de la tierra. 25 El Señor todopoderoso los bendecirá, diciendo: «Yo bendigo a Egipto, mi pueblo, a Asiria, obra de mis manos, y a Israel, mi propiedad.»

Asiria conquistará a Egipto y Etiopía

20 En cierta ocasión, el rey Sargón de Asiria envió a un alto oficial a la ciudad de Asdod, y el oficial atacó a la ciudad y la conquistó. Por ese tiempo habló el Señor por medio de Isaías, hijo de Amós, y le dijo: «Quítate esa ropa áspera que llevas puesta y el calzado que tienes en los pies.»

Isaías lo hizo así y se quedó descalzo y medio desnudo. Entonces dijo el Señor: «Mi siervo Isaías ha estado descalzo y medio desnudo durante tres años, como señal y anuncio para Egipto y Etiopía. Así también el rey de Asiria llevará al destierro a los egipcios y a los etiopes, sean viejos o jóvenes, descalzos y desnudos, con el trasero al aire para su vergüenza. La gente se llenará de miedo y sentirá vergüenza de Etiopía, que era su esperanza, y de Egipto, que era su orgullo. En ese tiempo dirán todos los que viven en aquella costa: “Miren en lo que vino a parar el que era nuestra esperanza, al que acudíamos a pedir auxilio, para que nos librara del rey de Asiria. ¿Cómo vamos a salvarnos ahora?”»

Profecía sobre la caída de Babilonia

21 Profecía acerca del desierto:
Como huracanes que avanzan por el sur,
vienen del desierto, lugar espantoso.
Terrible es la visión que Dios me ha mostrado:
el traidor traiciona,
el destructor destruye.
¡Levántate, Elam!
¡Medos, al asalto!
¡No permito más quejas!
Mi cuerpo se estremece,
me retuerzo de dolor como mujer de parto,
la angustia no me deja oír,
el terror me impide ver.
Tengo la mente confundida,
me estremezco de terror.
El fresco del atardecer, que tanto me gustaba,
se ha vuelto para mí algo terrible.
La mesa ya está puesta, tendidas las alfombras,
el banquete ha comenzado.
¡De pie, capitanes: saquen brillo a los escudos!
Porque el Señor me ha dicho:
«Ve y coloca un centinela
que dé aviso de todo cuanto vea.
Si ve carros tirados por parejas de caballos
o gente montada en asnos o camellos,
que mire con mucha atención.»

Y el que vigilaba gritó:
«En mi puesto, Señor,
permanezco todo el día,
y noche tras noche me mantengo vigilante.
Y veo venir un carro tirado por un par de caballos.»
Alguien dijo entonces:
«¡Cayó, cayó Babilonia!
Todas las estatuas de sus dioses
quedaron por el suelo hechas pedazos.»

10 Pueblo mío, pisoteado como el trigo,
yo te anuncio lo que escuché
del Señor todopoderoso, el Dios de Israel.

Profecía contra Edom

11 Profecía contra Edom:

Alguien me grita desde Seír:
«Centinela, ¿qué horas de la noche son?
Centinela, ¿qué horas de la noche son?»
12 Y el centinela responde:
«Ya viene la mañana,
pero también la noche.
Si quieren preguntar, pregunten,
y vuelvan otra vez.»

Profecía en el desierto

13 Profecía en el desierto:

Caravanas de Dedán, que pasan la noche
en los matorrales del desierto,
14 salgan al encuentro del que tiene sed
y ofrézcanle agua.
Habitantes del país de Temá,
salgan al paso del que huye
y ofrézcanle alimento.
15 Porque huyen de la espada,
de la espada afilada,
del arco listo para disparar
y del furor de la batalla.

16 El Señor me dijo:

«Dentro de un año,
tal como lo cuenta un obrero que vive de su salario,
se habrá terminado toda la grandeza de Quedar.
17 Y pocos serán los arcos
que les quedarán a los guerreros de Quedar.»
El Señor, el Dios de Israel, lo ha dicho.

Profecía acerca de Jerusalén

22 Profecía acerca del valle de la visión:
¿Qué pasa, que todos suben a las azoteas?
Ciudad llena de alboroto y bulla,
ciudad amiga de las diversiones,
tus muertos no cayeron a filo de espada,
no murieron en la guerra;
tus jefes salieron todos corriendo,
y al huir de los arcos los pusieron presos.
Tus hombres más valientes huyeron lejos,
pero los pusieron presos.
Por eso dije: Apártense de mí,
que quiero llorar con amargura;
no traten de consolarme
de la catástrofe de mi pueblo.
Porque el Señor todopoderoso
ha decretado que llegue un día de pánico,
de destrucción y aturdimiento
en el valle de la visión.
Están derribando las murallas;
llegan los gritos hasta las montañas.

Los elamitas prepararon ya sus flechas,
y están montados en sus carros y caballos;
los de Quir sacaron sus escudos.
Tus valles más hermosos están llenos de carros,
y la caballería ataca la puerta de la ciudad.
La defensa de Judá quedó desamparada.

En ese día ustedes se fijaron en el depósito de armas de la Casa del Bosque, vieron las muchas grietas que había en la Ciudad de David y llenaron de agua el estanque inferior; 10 inspeccionaron las casas de Jerusalén y derribaron algunas para reforzar la muralla. 11 Entre las dos murallas hicieron una cisterna para el agua del estanque viejo. Pero no se fijaron en el que hizo todo aquello, el que desde hace mucho tiempo lo preparó.

12 Ese día el Señor todopoderoso
los invitó a ustedes a llorar y a lamentarse,
a raparse la cabeza
y a ponerse ropas ásperas en señal de dolor.
13 Pero lo que hay es diversión y alegría,
matar vacas y ovejas,
comer carne y beber vino.
«Comamos y bebamos,
que mañana moriremos» —dicen.
14 Y el Señor todopoderoso se me apareció
y me aseguró al oído:
«No voy a perdonarles este pecado;
antes de eso morirán ustedes.»
Son palabras del Señor todopoderoso.

Contra el funcionario encargado del palacio

15 El Señor todopoderoso me dijo: «Ve a ver a Sebná, mayordomo de palacio, y dile:

16 “¿Qué negocio tienes aquí, o quién te dio el derecho
de construirte aquí un sepulcro,
de hacerte una tumba en la parte alta
y cavarte en la roca un lugar de reposo?
17 El Señor te va a arrojar muy lejos,
como lo hace un hombre robusto.
Te agarrará con fuerza,
18 te hará rodar como una pelota
y te arrojará a una tierra inmensa.
Allá morirás,
allá pararán los carros que eran tu gloria,
y serás la vergüenza del palacio de tu señor.
19 Yo te quitaré de tu puesto,
te retiraré de tu oficio.

20 »”En ese día llamaré a mi siervo,
a Eliaquim, hijo de Hilquías;
21 lo vestiré con tu túnica,
le pondré tu cinturón de honor
y le daré tu autoridad.
Será como un padre para los habitantes de Jerusalén
y para el pueblo de Judá.
22 En sus hombros le pondré
la llave de la casa de David;
nadie podrá cerrar lo que él abra
ni abrir lo que él cierre.
23 Él será como un trono de honor
para la familia de su padre.
Yo haré que quede firme en su lugar,
como si fuera un clavo.
24 En él se podrá colgar todo lo que haya de valioso
en la familia de su padre
y de toda su descendencia,
toda clase de vajilla pequeña,
desde copas hasta jarros.

25 »”En ese día,
cederá el clavo que estaba clavado firmemente en su lugar;
será arrancado y se caerá,
y todas las cosas que de él estaban colgadas, se romperán.”»
Lo afirma el Señor todopoderoso.