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Exhortación a las naciones, para que alaben a Dios

Al músico principal; en Neginot. Salmo. Cántico

67 Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga;
haga resplandecer su rostro sobre nosotros; Selah
para que tu camino sea conocido en la tierra,
y en todas las naciones tu salvación.
    ¡Alábente, Dios, los pueblos,
    todos los pueblos te alaben!

Alégrense y gócense las naciones,
porque juzgarás los pueblos con equidad
y pastorearás las naciones en la tierra. Selah
    ¡Alábente, Dios, los pueblos;
    todos los pueblos te alaben!

La tierra dará su fruto;
nos bendecirá Dios, el Dios nuestro.
Bendíganos Dios
y témanlo todos los términos de la tierra.

El Dios del Sinaí y del santuario

Al músico principal. Salmo de David. Cántico

68 Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos
y huyan de su presencia los que lo aborrecen.
Como es lanzado el humo,
los disiparás;
como se derrite la cera ante el fuego,
así perecerán los impíos delante de Dios.
Mas los justos se alegrarán;
se gozarán delante de Dios
y saltarán de alegría.

Cantad a Dios, cantad salmos a su nombre;
exaltad al que cabalga sobre los cielos.
Jah es su nombre:
¡alegraos delante de él!
Padre de huérfanos y defensor de viudas
es Dios en su santa morada.
Dios hace habitar en familia a los desamparados;
saca a los cautivos a prosperidad;
mas los rebeldes habitan en tierra árida.

Cuando tú, Dios, saliste delante de tu pueblo,
cuando anduviste por el desierto, Selah
la tierra tembló y destilaron los cielos;
ante la presencia de Dios, aquel Sinaí tembló,
delante de Dios, del Dios de Israel.
Abundante lluvia esparciste, oh Dios;
a tu heredad exhausta tú la reanimaste.
10 Los que son de tu grey han morado en ella;
por tu bondad, Dios,
has provisto para el pobre.

11 El Señor daba la palabra,
multitud de mujeres anunciaba las buenas nuevas:
12 «¡Huyeron, huyeron reyes de ejércitos!»,
y las mujeres que se quedaban en casa repartían los despojos.
13 Bien que quedasteis echados entre los tiestos,
seréis como alas de paloma cubiertas de plata,
y sus plumas de amarillez de oro.
14 Cuando esparció el Omnipotente a los reyes allí,
fue como si hubiera nevado en el monte Salmón.

15 Muy altos son los montes de Basán,
altas son sus cimas.
16 ¿Por qué miráis con hostilidad, montes altos,
al monte que deseó Dios para su morada?
Ciertamente Jehová habitará en él para siempre.

17 Los carros de Dios se cuentan por veintenas de millares de millares;
el Señor viene del Sinaí a su santuario.
18 Subiste a lo alto, tomaste cautivos.
Tomaste dones de los hombres,
también de los rebeldes,
para que habite entre ellos Jah Dios.

19 ¡Bendito sea el Señor!
¡Cada día nos colma de beneficios
el Dios de nuestra salvación! Selah
20 Dios, nuestro Dios, ha de salvarnos;
de Jehová el Señor es el librar de la muerte.

21 Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos,
la testa cabelluda del que camina en sus pecados.
22 El Señor dijo: «De Basán te haré volver;
de las profundidades del mar te haré volver,
23 porque tu pie se enrojecerá con la sangre de tus enemigos,
y con ella la lengua de tus perros.»

24 ¡Vieron tus caminos, oh Dios;
los caminos de mi Dios, de mi Rey, en el santuario!
25 Los cantores van delante, los músicos atrás;
en medio, las doncellas con panderos.
26 ¡Bendecid a Dios en las congregaciones;
al Señor, vosotros de la estirpe de Israel!
27 Allí estaba el joven Benjamín, a la cabeza de ellos,
los príncipes de Judá en su congregación,
los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí.

28 Tu Dios ha ordenado tu fuerza;
confirma, Dios, lo que has hecho para nosotros.
29 Por causa de tu Templo, en Jerusalén,
los reyes te ofrecerán dones.
30 Reprime la reunión de gentes armadas,
la multitud de toros con los becerros de los pueblos,
hasta que todos se sometan con sus piezas de plata.
¡Esparce a los pueblos que se complacen en la guerra!
31 Vendrán príncipes de Egipto;
Etiopía se apresurará a extender sus manos hacia Dios.

32 ¡Reinos de la tierra, cantad a Dios,
cantad al Señor, Selah
33 al que cabalga sobre los cielos de los cielos, que son desde la antigüedad!
Él hará oír su voz, su poderosa voz.
34 Atribuid el poder a Dios;
sobre Israel es su magnificencia
y su poder está en los cielos.
35 Temible eres, Dios, desde tus santuarios.
El Dios de Israel, él da fuerza y vigor a su pueblo.

Bendito sea Dios.

Un grito de angustia

Al músico principal; sobre «Lirios». Salmo de David

69 ¡Sálvame, Dios,
porque las aguas han entrado hasta el alma!
Estoy hundido en cieno profundo,
donde no puedo hacer pie;
he llegado hasta lo profundo de las aguas
y la corriente me arrastra.
Cansado estoy de llamar;
mi garganta se ha enronquecido;
han desfallecido mis ojos
esperando a mi Dios.

Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza
los que me odian sin causa;
se han hecho poderosos mis enemigos,
los que me destruyen sin tener por qué.
¿Y he de pagar lo que no robé?
Dios, tú conoces mi insensatez,
y mis pecados no te son ocultos.

No sean avergonzados por causa mía
los que en ti confían,
Señor, Jehová de los ejércitos;
no sean confundidos por causa mía
los que te buscan,
Dios de Israel,
porque por amor de ti he sufrido afrenta;
confusión ha cubierto mi rostro.
Extraño he sido para mis hermanos
y desconocido para los hijos de mi madre.

Me consumió el celo de tu Casa
y los insultos de los que te vituperaban cayeron sobre mí.
10 Lloré, afligiendo con ayuno mi alma,
y esto me ha sido por afrenta.
11 Me vestí, además, con ropas ásperas
y vine a serles por proverbio.
12 Hablaban contra mí los que se sentaban a la puerta,
y en sus canciones los bebedores se burlaban de mí.

13 Pero yo a ti oraba, Jehová,
en el tiempo de tu buena voluntad;
Dios, por la abundancia de tu misericordia,
por la verdad de tu salvación, escúchame.
14 Sácame del lodo
y no sea yo sumergido;
sea yo libertado de los que me aborrecen
y de lo profundo de las aguas.
15 No me arrastre la corriente de las aguas,
ni me trague el abismo,
ni el pozo cierre sobre mí su boca.

16 Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia;
mírame conforme a la multitud de tus piedades.
17 No escondas de tu siervo tu rostro,
porque estoy angustiado. ¡Apresúrate, óyeme!
18 ¡Acércate a mi alma, redímela!
¡Líbrame por causa de mis enemigos!

19 Tú sabes mi afrenta, mi confusión y mi oprobio.
Delante de ti están todos mis adversarios.
20 El escarnio ha quebrantado mi corazón y estoy acongojado.
Esperé a quien se compadeciera de mí, y no lo hubo;
busqué consoladores, y ninguno hallé.
21 Me pusieron además hiel por comida
y en mi sed me dieron a beber vinagre.

22 Sea su banquete delante de ellos por lazo,
y lo que es para bien, por tropiezo.
23 Sean oscurecidos sus ojos para que no vean,
y haz temblar continuamente sus lomos.
24 Derrama sobre ellos tu ira
y el furor de tu enojo los alcance.
25 Sea su palacio desolado;
en sus tiendas no haya morador,
26 porque persiguieron al que tú heriste
y cuentan del dolor de los que tú llagaste.
27 ¡Pon maldad sobre su maldad
y no entren en tu justicia!
28 ¡Sean borrados del libro de los vivientes
y no sean inscritos con los justos!

29 Pero a mí, afligido y miserable,
tu salvación, Dios, me ponga en alto.

30 Alabaré con cánticos el nombre de Dios,
lo exaltaré con alabanza.
31 Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey
o becerro que tiene cuernos y pezuñas.
32 Lo verán los oprimidos y se gozarán.
Buscad a Dios y vivirá vuestro corazón,
33 porque Jehová oye a los menesterosos
y no menosprecia a sus prisioneros.

34 ¡Alábenlo los cielos y la tierra,
los mares y todo lo que en ellos se mueve!,
35 porque Dios salvará a Sión
y reedificará las ciudades de Judá;
habitarán allí y la poseerán.
36 La descendencia de sus siervos la heredará
y los que aman su nombre habitarán en ella.