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23 Sin embargo, todavía te pertenezco;
    me tomas de la mano derecha.
24 Me guías con tu consejo
    y me conduces a un destino glorioso.
25 ¿A quién tengo en el cielo sino a ti?
    Te deseo más que cualquier cosa en la tierra.
26 Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu,
    pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón;
    él es mío para siempre.

27 Los que lo abandonen, perecerán,
    porque tú destruyes a los que se alejan de ti.
28 En cuanto a mí, ¡qué bueno es estar cerca de Dios!
    Hice al Señor Soberano mi refugio,
    y a todos les contaré las maravillas que haces.

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