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El Señor da libertad

(1a) Cántico de las subidas.

129 (1b) Por muchas angustias he pasado
desde mi juventud
    —que lo diga ahora Israel—,
por muchas angustias he pasado
desde mi juventud,
pero no han podido conmigo.
Me han herido la espalda con azotes,
y me han abierto grandes surcos,
pero el Señor, que es justo,
me ha librado del dominio de los malvados.

¡Que sean avergonzados y huyan
los enemigos de Sión!
¡Que sean como la hierba que crece en los tejados,
que antes de arrancarla se marchita!
Hierba que nunca llena las manos
del que cosecha el trigo y lo ata en manojos;
hierba de la que nadie que pase dirá:
«¡El Señor los ha bendecido!»

Nosotros los bendecimos a ustedes
en el nombre del Señor.

Confianza en el Señor

(1a) Cántico de las subidas.

130 (1b) Desde el fondo del abismo
clamo a ti, Señor:
¡Escucha, Señor, mi voz!,
¡atiendan tus oídos mi grito suplicante!

Señor, Señor,
si tuvieras en cuenta la maldad,
¿quién podría mantenerse en pie?
Pero en ti encontramos perdón,
para que te honremos.

Con toda mi alma espero al Señor,
y confío en su palabra.
Yo espero al Señor
más que los centinelas a la mañana.
Así como los centinelas esperan a la mañana,
espera tú, Israel, al Señor,
pues en él hay amor y completa libertad.
¡Él librará a Israel de toda su maldad!

Oración de confianza

(1a) Cántico de las subidas, de David.

131 (1b) Señor, no es orgulloso mi corazón,
ni son altaneros mis ojos,
ni voy tras cosas grandes y extraordinarias
que están fuera de mi alcance.
Al contrario, estoy callado y tranquilo,
como un niño recién amamantado
que está en brazos de su madre.
¡Soy como un niño recién amamantado!

Israel, espera en el Señor ahora y siempre.