Proverbios 7-9
Reina-Valera 1995
Artimañas de la ramera
7 »Hijo mío, guarda mis razones
y atesora para ti mis mandamientos.
2 Guarda mis mandamientos y vivirás,
y guarda mi enseñanza como a la niña de tus ojos.
3 Átalos a tus dedos,
escríbelos en la tabla de tu corazón.
4 Di a la sabiduría: “Tú eres mi hermana”,
y llama parienta a la inteligencia,
5 para que te guarden de la mujer ajena,
de la extraña que suaviza sus palabras.
6 »Miraba yo por la ventana de mi casa,
a través de mi celosía,
7 cuando vi entre los ingenuos,
observé entre los jóvenes,
a un joven falto de sensatez.
8 Pasaba él por la calle, junto a la esquina,
e iba camino de la casa de ella,
9 al atardecer, cuando ya oscurecía
y caía la oscuridad y las tinieblas de la noche.
10 »En esto, una mujer le sale al encuentro,
con atavío de ramera y astucia en el corazón.
11 Alborotadora y pendenciera,
sus pies no pueden estar en casa.
12 Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas,
al acecho en todas las esquinas.
13 Se asió de él y lo besó.
Con semblante descarado le dijo:
14 “Sacrificios de paz había prometido,
y hoy he cumplido mis votos;
15 por eso he salido a encontrarte,
buscando con ansia tu rostro,
y te he hallado.
16 He adornado mi cama con colchas
recamadas con lino de Egipto;
17 he perfumado mi lecho
con mirra, áloes y canela.
18 Ven, embriaguémonos de amor hasta la mañana;
disfrutemos de amores.
19 Porque mi marido no está en casa;
se ha ido a un largo viaje.
20 La bolsa del dinero se llevó en la mano,
y no volverá a su casa hasta la luna llena.”
21 »Así lo rindió, con la suavidad de sus muchas palabras,
y lo sedujo con la zalamería de sus labios.
22 Al punto se marchó tras ella,
como va el buey al degolladero
o como va el necio a prisión para ser castigado;
23 como el ave que se arroja contra la red,
sin saber que va a perder la vida
hasta que la saeta traspasa su corazón.
24 »Ahora pues, hijos, escuchadme;
estad atentos a las razones de mi boca:
25 No se desvíe tu corazón a los caminos de ella;
no yerres en sus veredas,
26 porque a muchos ha hecho caer heridos,
y aun los más fuertes han sido muertos por ella.
27 Camino del seol es su casa,
que conduce a las cámaras de la muerte.»
Excelencia de la Sabiduría
8 ¿Acaso no clama la Sabiduría
y alza su voz la inteligencia?
2 Apostada en las alturas junto al camino,
en las encrucijadas de las veredas,
3 junto a las puertas, a la entrada de la ciudad,
a la entrada de las puertas da voces:
4 ¡A vosotros, hombres, llamo;
mi voz dirijo a los hijos de los hombres!
5 «Ingenuos, aprended discreción;
y vosotros, necios, entrad en cordura.
6 Escuchad, porque voy a decir cosas excelentes,
voy a abrir mis labios para cosas rectas.
7 Porque mi boca dice la verdad,
y mis labios abominan la impiedad.
8 Justas son todas las razones de mi boca:
nada hay en ellas perverso ni torcido;
9 todas son claras para el que entiende
y rectas para los que han hallado sabiduría.
10 Recibid mi enseñanza antes que la plata,
y ciencia antes que el oro puro;
11 porque mejor es la sabiduría que las perlas,
y no hay cosa deseable que se le pueda comparar.»
Discurso de la Sabiduría
12 «Yo, la Sabiduría, habito con la cordura
y tengo la ciencia de los consejos.
13 El temor de Jehová es aborrecer el mal:
yo aborrezco la soberbia, la arrogancia, el mal camino
y la boca perversa.
14 Conmigo están el consejo y el buen juicio.
Yo soy la inteligencia, y mío es el poder.
15 Por mí reinan los reyes,
y los príncipes ejercen la justicia.
16 Por mí dominan los príncipes,
y los gobernadores juzgan la tierra.
17 Yo amo a los que me aman,
y me hallan los que temprano me buscan.
18 Las riquezas y el honor me acompañan;
los bienes permanentes y la justicia.
19 Mejor es mi fruto que el oro, que el oro refinado;
y mis beneficios mejores que la plata pura.
20 Por vereda de justicia guiaré,
por en medio de sendas de juicio,
21 para hacer que los que me aman tengan su heredad
y que yo llene sus tesoros.
22 »Jehová me poseía en el principio,
ya de antiguo, antes de sus obras.
23 Eternamente tuve la primacía, desde el principio,
antes de la tierra.
24 Fui engendrada antes que los abismos,
antes que existieran las fuentes de las muchas aguas.
25 Antes que los montes fueran formados,
antes que los collados, ya había sido yo engendrada,
26 cuando él aún no había hecho la tierra, ni los campos,
ni el principio del polvo del mundo.
27 Cuando formaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo,
28 cuando afirmaba los cielos arriba,
cuando afirmaba las fuentes del abismo,
29 cuando fijaba los límites al mar
para que las aguas no transgredieran su mandato,
cuando establecía los fundamentos de la tierra,
30 con él estaba yo ordenándolo todo.
Yo era su delicia cada día
y me recreaba delante de él en todo tiempo.
31 Me regocijaba con la parte habitada de su tierra,
pues mis delicias están con los hijos de los hombres.
32 »Ahora pues, hijos, escuchadme:
¡Bienaventurados los que guardan mis caminos!
33 Atended el consejo, sed sabios
y no lo menospreciéis.
34 Bienaventurado el hombre que me escucha,
velando a mis puertas cada día,
guardando los postes de mis puertas,
35 porque el que me halle, hallará la vida
y alcanzará el favor de Jehová;
36 pero el que peca contra mí, se defrauda a sí mismo,
pues todos los que me aborrecen aman la muerte».
La sabiduría y la insensatez
9 La Sabiduría edificó su casa,
labró sus siete columnas,
2 mató sus víctimas, mezcló su vino
y puso su mesa.
3 Envió a sus criadas,
y sobre lo más alto de la ciudad clamó,
4 diciendo a todo ingenuo: «Ven acá»,
y a los insensatos:
5 «Venid, comed de mi pan
y bebed del vino que he mezclado.
6 Dejad vuestras ingenuidades y viviréis;
y andad por el camino de la inteligencia.»
7 El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta;
el que reprende al malvado, atrae mancha sobre sí.
8 No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca;
corrige al sabio, y te amará.
9 Da al sabio, y será más sabio;
enseña al justo, y aumentará su saber.
10 El temor de Jehová es el principio de la sabiduría;
el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.
11 Porque por mí se aumentarán tus días,
años de vida se te añadirán.
12 Si eres sabio, para ti lo eres;
si eres escarnecedor, sólo tú lo pagarás.
13 La mujer necia es alborotadora,
ingenua e ignorante.
14 Se sienta en una silla a la puerta de su casa,
en los lugares altos de la ciudad,
15 para llamar a los que pasan por el camino,
a los que van derechos por sus sendas,
16 y dice a cualquier ingenuo: «Ven acá»;
y a los faltos de cordura dice:
17 «Las aguas robadas son dulces,
y el pan comido a escondidas es sabroso.»
18 Pero ellos no saben que allí están los muertos,
que sus convidados están en lo profundo del seol.
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