37 Entonces Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró.

38 La cortina del santuario del Templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. 39 Y el centurión, que estaba frente a Jesús, al ver cómo murió, dijo:

—¡Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios!

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