Parábola de la semilla que crece

26 Jesús continuó: «El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra. 27 Sin que este sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla. 28 La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga y después el grano lleno en la espiga. 29 Tan pronto como el grano está maduro, se mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha».

Parábola del grano de mostaza(A)

30 También dijo: «¿Con qué vamos a comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola podemos usar para describirlo? 31 Es como una semilla de mostaza: cuando se siembra en la tierra, es la semilla más pequeña que hay, 32 pero una vez sembrada crece hasta convertirse en la más grande de las hortalizas, y echa ramas tan grandes que las aves pueden anidar bajo su sombra».

33 Y con muchas parábolas semejantes les enseñaba Jesús la palabra hasta donde podían entender. 34 No decía nada sin emplear parábolas. Pero cuando estaba a solas con sus discípulos, les explicaba todo.

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Parábola del crecimiento de la semilla

26 Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; 27 y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. 28 Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; 29 y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.

Parábola de la semilla de mostaza

(Mt. 13.31-32; Lc. 13.18-19)

30 Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? 31 Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; 32 pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.

El uso que Jesús hace de las parábolas

(Mt. 13.34-35)

33 Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír. 34 Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo.

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