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Grita, Job, a ver quién te responde.
¿A qué ángel vas a recurrir?
Entregarse a la amargura o a la pasión
es una necedad que lleva a la muerte.
He visto al necio empezar a prosperar,
mas su casa fue pronto destruida.
Sus hijos no tienen quien los ayude;
en los tribunales los tratan injustamente
y no hay quien los defienda.
Sus cosechas se las comen los hambrientos
sacándolas de entre los espinos,
y los sedientos les envidian sus riquezas.
La maldad no brota del suelo;
la desdicha no nace de la tierra:
es el hombre el que causa la desdicha,
así como del fuego salen volando las chispas.

En tu lugar, yo me volvería hacia Dios
y pondría mi causa en sus manos;
¡él hace tantas y tan grandes maravillas,
cosas que nadie es capaz de comprender!
10 Él envía la lluvia a la tierra,
y con ella riega los campos;
11 él enaltece a los humildes
y da seguridad a los afligidos;
12 él desbarata los planes del astuto
y los hace fracasar.
13 Él atrapa al astuto en su propia astucia,
y hace que fracasen sus planes malvados:
14 ¡a plena luz del día andan ellos a tientas,
envueltos en tinieblas, como si fuera de noche!
15 Dios salva al pobre y oprimido
del poder de los malvados;
16 él es la esperanza de los débiles,
¡él les tapa la boca a los malvados!

17 Feliz el hombre a quien Dios reprende;
no rechaces la reprensión del Todopoderoso.
18 Si él hace una herida, también la vendará;
si con su mano da el golpe, también da el alivio.
19 Una y otra vez te librará del peligro,
y no dejará que el mal llegue a ti.
20 En tiempo de hambre te librará de la muerte,
y en tiempo de guerra te salvará de la espada.
21 Te protegerá de las malas lenguas,
y no habrás de temer cuando llegue el desastre.
22 Te reirás de hambres y calamidades,
y no tendrás miedo a los animales salvajes.
23 Las piedras no estorbarán en tus campos,
y las fieras serán tus amigas.
24 En tu casa tendrás prosperidad,
y al revisar tu ganado lo encontrarás completo.
25 Tendrás tanta descendencia
como hierba hay en el campo.
26 Llegarás a la vejez en pleno vigor,
como un manojo de espigas maduras.
27 La experiencia nos enseña que esto es así;
escucha esto, y compruébalo tú mismo.

Job

Si todas mis penas y desgracias
pudieran pesarse en una balanza,
pesarían más que la arena del mar.
Por eso he hablado con pasión.
El Todopoderoso ha clavado en mí sus flechas,
y el veneno de ellas me corre por el cuerpo.
Dios me ha llenado de terror con sus ataques.
¿Acaso rebuzna el asno, si tiene hierba?
¿O brama el toro, si tiene pasto?
¿Quién come sin sal una cosa desabrida?
¿Qué gusto tiene una cosa sin sabor?
Pues lo que jamás quise comer
es ahora mi alimento.
¡Ojalá Dios me conceda lo que le pido;
ojalá me cumpla lo que deseo!
¡Ojalá Dios se decida por fin
a aplastarme y acabar con mi vida!
10 A pesar de la violencia del dolor,
eso sería un gran consuelo para mí,
pues siempre he respetado las leyes del Dios santo.
11 Ya no me quedan fuerzas para resistir,
ni razón alguna para seguir viviendo.
12 No tengo la dureza de la roca,
ni la consistencia del bronce.
13 No puedo valerme por mí mismo,
ni cuento con ningún apoyo.
14 Al amigo que sufre se le ama,
aun cuando no haya sido fiel al Todopoderoso.
15 Pero ustedes, mis amigos, me han fallado,
como arroyos que se quedan secos.
16 El agua baja turbia,
revuelta con el hielo y la nieve;
17 pero pasa el deshielo y se secan los arroyos,
viene el calor y se acaba el agua.
18 Hacen que las caravanas se desvíen de su camino,
y que avancen por el desierto y mueran.
19 Las caravanas de Temá y de Sabá
buscan llenas de esperanza esos arroyos,
20 pero al llegar se ven decepcionadas,
queda frustrada su esperanza.
21 Así son ustedes para mí:
ven mi horrible situación, y sienten miedo.
22 Pero yo no les he pedido nada,
ni que den dinero por salvarme,
23 ni que me libren de un enemigo,
ni que me rescaten de las manos de los bandidos.

24 Denme lecciones, y guardaré silencio:
muéstrenme el error que he cometido.
25 Nadie puede rechazar un argumento correcto;
pero ustedes me acusaron sin razón.
26 Ustedes me critican por mis palabras,
palabras locas que se lleva el viento.
27 ¡Capaces son de jugarse la vida de un huérfano
y de vender aun a su propio amigo!
28 Mírenme ahora cara a cara;
díganme si miento.
29 Retiren lo dicho, no sean injustos;
reconozcan que tengo razón.
30 ¿Acaso creen que soy un mentiroso
que no se da cuenta de lo que dice?

La vida del hombre aquí en la tierra
es la de un soldado que cumple su servicio,
la de un esclavo que suspira por la sombra,
la de un peón que espera con ansias su salario.
Me ha tocado vivir meses enteros de desengaño,
noche tras noche de sufrimiento.
Me acuesto y la noche se me hace interminable;
me canso de dar vueltas hasta el alba,
y pienso: ¿Cuándo me levantaré?
Tengo el cuerpo lleno de gusanos y de costras,
y me supuran las heridas de la piel.
Mis días se acercan a su fin, sin esperanza,
con la rapidez de una lanzadera de telar.

Recuerda, oh Dios, que mi vida es como un suspiro,
y que nunca más tendré felicidad.
Nadie podrá volver a verme;
pondrás en mí tus ojos, y dejaré de existir.
9-10 Como nube que pasa y se deshace,
así es el que baja al sepulcro:
jamás regresa de allí,
sus familiares no vuelven a verlo.
11 Por eso no puedo quedarme callado.
En mi dolor y mi amargura
voy a dar rienda suelta a mis quejas.
12 ¿Soy acaso un monstruo del mar
para que así me vigiles?
13 Cuando pienso que en la cama encontraré descanso
y que el sueño aliviará mi pena,
14 me llenas de terror en mis sueños;
¡me espantas con pesadillas!
15 Sería mejor que me estrangularas;
prefiero la muerte a esta vida.
16 No puedo más. No quiero seguir viviendo.
Déjame en paz, que mi vida es como un suspiro.
17 ¿Qué es el hombre, que le das tanta importancia?
¿Por qué te preocupas por él?
18 ¿Por qué lo vigilas día tras día,
y lo pones a prueba a cada instante?
19 ¿Por qué no apartas tu vista de mí,
y me dejas siquiera tragar saliva?
20 Si peco, ¿qué perjuicio te causo,
vigilante de los hombres?
¿Por qué me tomas por blanco de tus flechas?
¿Acaso soy una carga para ti?
21 ¿No puedes perdonarme mi pecado?
¿No puedes perdonar el mal que he cometido?
Pronto estaré tendido en el polvo:
me buscarás, y ya no existiré.