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El Señor consuela a Jerusalén

40 El Dios de ustedes dice:
«Consuelen, consuelen a mi pueblo;
hablen con cariño a Jerusalén
y díganle que su esclavitud ha terminado,
que ya ha pagado por sus faltas,
que ya ha recibido de mi mano
el doble del castigo por todos sus pecados.»

Una voz grita:
«Preparen al Señor un camino en el desierto,
tracen para nuestro Dios
una calzada recta en la región estéril.
Rellenen todas las cañadas,
allanen los cerros y las colinas,
conviertan la región quebrada y montañosa
en llanura completamente lisa.
Entonces mostrará el Señor su gloria,
y todos los hombres juntos la verán.
El Señor mismo lo ha dicho.»

Una voz dice: «Grita»,
y yo pregunto: «¿Qué debo gritar?»
«Que todo hombre es como hierba,
¡tan firme como una flor del campo!
La hierba se seca y la flor se marchita
cuando el soplo del Señor pasa sobre ellas.
Ciertamente la gente es como hierba.
La hierba se seca y la flor se marchita,
pero la palabra de nuestro Dios
permanece firme para siempre.»

Súbete, Sión, a la cumbre de un monte,
levanta con fuerza tu voz
para anunciar una buena noticia.
Levanta sin miedo la voz, Jerusalén,
y anuncia a las ciudades de Judá:
«¡Aquí está el Dios de ustedes!»
10 Llega ya el Señor con poder,
sometiéndolo todo con la fuerza de su brazo.
Trae a su pueblo
después de haberlo rescatado.
11 Viene como un pastor que cuida su rebaño;
levanta los corderos en sus brazos,
los lleva junto al pecho
y atiende con cuidado a las recién paridas.

Grandeza del Dios de Israel

12 ¿Quién ha medido el océano con la palma de la mano,
o calculado con los dedos la extensión del cielo?
¿Quién ha puesto en una medida
todo el polvo de la tierra,
o ha pesado en balanza
las colinas y montañas?
13 ¿Quién ha corregido al Señor
o quién le ha dado instrucciones?
14 ¿Quién le dio consejos y entendimiento?
¿Quién le enseñó a juzgar con rectitud?
¿Quién lo instruyó en la ciencia?
¿Quién le dio lecciones de sabiduría?
15 Para él las naciones son como una gota de agua,
como un grano de polvo en la balanza;
los países del mar valen lo que un grano de arena.
16 En todo el Líbano no hay animales suficientes
para ofrecerle un holocausto,
ni leña suficiente para el fuego.
17 Todas las naciones no son nada en su presencia;
para él no tienen absolutamente ningún valor.

18 ¿Con quién van ustedes a comparar a Dios?
¿Con qué imagen van a representarlo?
19 Un escultor funde una estatua,
y un joyero la recubre de oro
y le hace cadenas de plata.
20 El que fabrica una estatua
escoge madera que no se pudra,
y busca un hábil artesano
que la afirme, para que no se caiga.

21 ¿Acaso no lo sabían ustedes?
¿No lo habían oído decir?
¿No se lo contaron desde el principio?
¿No lo han comprendido desde la creación del mundo?
22 Dios tiene su trono sobre la bóveda que cubre la tierra,
y ve a los hombres como si fueran saltamontes.
Él extiende el cielo como un toldo,
lo despliega como una tienda de campaña.
23 Él convierte en nada a los grandes hombres
y hace desaparecer a los jefes de la tierra.
24 Son como plantas tiernas, recién plantadas,
que apenas han echado raíces en la tierra.
Si Dios sopla sobre ellos, se marchitan,
y el huracán se los lleva como a paja.
25 El Dios Santo pregunta:
«¿Con quién me van a comparar ustedes?
¿Quién puede ser igual a mí?»
26 Levanten los ojos al cielo y miren:
¿Quién creó todo eso?
El que los distribuye uno por uno
y a todos llama por su nombre.
Tan grande es su poder y su fuerza
que ninguno de ellos falta.
27 Israel, pueblo de Jacob,
¿por qué te quejas? ¿Por qué dices:
«El Señor no se da cuenta de mi situación;
Dios no se interesa por mí»?
28 ¿Acaso no lo sabes? ¿No lo has oído?
El Señor, el Dios eterno,
el creador del mundo entero,
no se fatiga ni se cansa;
su inteligencia es infinita.
29 Él da fuerzas al cansado,
y al débil le aumenta su vigor.
30 Hasta los jóvenes pueden cansarse y fatigarse,
hasta los más fuertes llegan a caer,
31 pero los que confían en el Señor
tendrán siempre nuevas fuerzas
y podrán volar como las águilas;
podrán correr sin cansarse
y caminar sin fatigarse.

Dios promete la liberación a Israel

41 «Callen ante mí, países del mar.
Naciones, ármense de todo su valor.
Vengan, para que hablemos de este asunto;
vamos a reunirnos para discutirlo.
¿Quién fue el que hizo aparecer en el oriente
a ese rey que siempre sale victorioso?
¿Quién le entrega las naciones
y hace que los reyes se le humillen,
para que con su espada y su arco
los triture y los disperse como a paja?
¿Quién hace que los persiga y que avance tranquilo
como si no tocara el camino con los pies?
¿Quién ha realizado esta obra?
¿Quién, desde el principio,
ha ordenado el curso de la historia?
Yo, el Señor, el único Dios,
el primero y el último.
Los países del mar lo vieron
y se llenaron de miedo;
la tierra tembló de un extremo a otro.
Ya se acercan, ya vienen.»

Cada artesano ayuda
y anima a su compañero.
El escultor anima al joyero;
el que martilla anima al que golpea el yunque,
y dice si la soldadura es buena,
y luego asegura la estatua con clavos
para que no se tambalee.

«Escucha, Israel, pueblo de Jacob,
mi siervo, a quien yo he elegido,
pueblo descendiente de mi amigo Abraham:
Yo te saqué del extremo de la tierra,
te llamé desde el rincón más alejado
y te dije: “Tú eres mi siervo.”
Yo te elegí y no te he rechazado.
10 No tengas miedo, pues yo estoy contigo;
no temas, pues yo soy tu Dios.
Yo te doy fuerzas, yo te ayudo,
yo te sostengo con mi mano victoriosa.
11 Todos los que te odian
quedarán avergonzados y humillados;
los que luchan contra ti
quedarán completamente exterminados.
12 Buscarás a tus enemigos
y no los encontrarás;
los que te hacen la guerra
serán como si no existieran.
13 Porque yo, el Señor tu Dios,
te he tomado de la mano;
yo te he dicho: “No tengas miedo, yo te ayudo.”»

14 El Señor afirma:
«Israel, pueblo de Jacob,
por pequeño y débil que seas,
no tengas miedo; yo te ayudo.
Yo, el Dios Santo de Israel, soy tu redentor.
15 Haré de ti un instrumento de trillar,
nuevo y con buenos dientes;
trillarás los montes, los harás polvo,
convertirás en paja las colinas.
16 Los aventarás y el viento se los llevará;
el huracán los desparramará.
Entonces tú te alegrarás en el Señor,
estarás orgulloso del Dios Santo de Israel.

17 »La gente pobre y sin recursos busca agua
y no la encuentra.
Tienen la lengua reseca por la sed;
pero yo, el Señor, los atenderé,
yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
18 Haré brotar ríos en los cerros desiertos
y manantiales en medio de los valles;
convertiré el desierto en ciénagas,
haré brotar arroyos en la tierra seca.
19 En el desierto plantaré cedros,
acacias, arrayanes y olivos;
en la tierra seca haré crecer pinos
juntamente con abetos y cipreses,
20 para que todo el mundo vea y sepa,
y ponga atención y entienda
que yo, el Señor, he hecho esto con mi poder,
que yo, el Dios Santo de Israel, lo he creado.»

Dios desafía a los falsos dioses

21 El Señor, el rey de Jacob, dice:
«Vengan, ídolos, a presentar su defensa,
vengan a defender su causa.
22 Vengan a anunciarnos el futuro
y a explicarnos el pasado,
y pondremos atención;
anúnciennos las cosas por venir,
para ver en qué terminan;
23 dígannos qué va a suceder después,
demuéstrennos que en verdad son dioses.
Hagan lo que puedan, bueno o malo,
algo que nos llene de miedo y de terror.
24 ¡Pero ustedes no son nada
ni pueden hacer nada!
Despreciable es aquel que los escoge a ustedes.

25 »Hice aparecer un hombre en el oriente;
lo he llamado por su nombre,
y llega por el norte.
Pisotea a los gobernantes como si fueran barro;
como el alfarero, que amasa el barro con sus pies.
26 ¿Quién anunció esto desde el comienzo,
para que lo supiéramos?
¿Quién lo predijo desde antes,
para que admitiéramos que tiene la razón?
Ninguno de ustedes lo anunció,
nadie les oyó decir una palabra.
27 Yo fui quien lo anunció a Sión desde el principio,
y quien envió a Jerusalén un mensajero
para decirle que su gente pronto volvería.
28 Miro, y ninguno de los otros dioses aparece;
nadie que pueda dar consejo,
nadie que responda a mis preguntas.
29 ¡Ninguno de ellos es nada!
Nada pueden hacer;
no son más que ídolos vacíos.

El siervo del Señor

42 »Aquí está mi siervo, a quien sostengo,
mi elegido, en quien me deleito.
He puesto en él mi espíritu
para que traiga la justicia a todas las naciones.
No gritará, no levantará la voz,
no hará oír su voz en las calles,
no acabará de romper la caña quebrada
ni apagará la mecha que arde débilmente.
Verdaderamente traerá la justicia.
No descansará ni su ánimo se quebrará,
hasta que establezca la justicia en la tierra.
Los países del mar estarán atentos a sus enseñanzas.»

Dios, el Señor, que creó el cielo y lo extendió,
que formó la tierra y lo que crece en ella,
que da vida y aliento a los hombres que la habitan,
dice a su siervo:
«Yo, el Señor, te llamé
y te tomé por la mano,
para que seas instrumento de salvación;
yo te formé, pues quiero que seas
señal de mi alianza con el pueblo,
luz de las naciones.
Quiero que des vista a los ciegos
y saques a los presos de la cárcel,
del calabozo donde viven en la oscuridad.
Yo soy el Señor, ése es mi nombre,
y no permitiré que den mi gloria a ningún otro
ni que honren a los ídolos en vez de a mí.
Miren cómo se cumplió todo lo que antes anuncié,
y ahora voy a anunciar cosas nuevas;
se las hago saber a ustedes antes que aparezcan.»

Himno de alabanza por la acción salvadora de Dios

10 Canten al Señor un canto nuevo;
desde lo más lejano de la tierra alábenle
quienes navegan por el mar
y los animales que viven en él,
los países del mar y sus habitantes.
11 Que se alegren el desierto y sus ciudades
y los campamentos de la tribu de Quedar.
Que canten de gozo los habitantes de Selá;
que alcen la voz desde las cumbres de los montes.
12 Que den gloria al Señor
y proclamen su alabanza en los países del mar.
13 El Señor saldrá como un héroe
y luchará con ardor como un guerrero;
alzará la voz, dará el grito de batalla
y derrotará a sus enemigos.

14 El Señor dice:
«Por mucho tiempo me quedé callado,
guardé silencio y me contuve;
pero ahora voy a gritar como mujer de parto,
gimiendo y suspirando.
15 Voy a destruir montañas y colinas,
y a dejar seca toda su vegetación;
voy a convertir los ríos en desiertos
y a dejar secas las lagunas.
16 Llevaré a los ciegos por caminos
y senderos que no conocían.
Convertiré la oscuridad en luz delante de ellos,
y en terreno llano los lugares quebrados.
Estas cosas las haré sin falta.
17 Los que confían en un ídolo,
los que a unas estatuas dicen:
“Ustedes son nuestros dioses”,
se alejarán avergonzados.

Ceguera de Israel

18 »Sordos, escuchen;
ciegos, fíjense y vean.
19 Nadie hay tan ciego ni tan sordo
como mi siervo, mi enviado,
nadie tan ciego ni tan sordo
como mi mensajero, el siervo del Señor.
20 Ha visto muchas cosas, pero no se fija en ellas;
puede oír, pero no escucha nada.
21 El Señor, por ser un Dios que salva,
quiso hacer grande y gloriosa su enseñanza;
22 pero a este pueblo lo roban y saquean,
a todos los han hecho caer presos,
los han encerrado en calabozos;
se apoderan de ellos, y no hay quien los libre;
los secuestran, y no hay quien los rescate.»

23 ¿Pero quién de ustedes hace caso de esto?
¿Quién está dispuesto a escuchar lo que va a suceder?
24 ¿Quién permitió que Israel, el pueblo de Jacob,
fuera conquistado y secuestrado?
¿No es verdad que fue el Señor?
Ellos pecaron contra él,
no quisieron seguir por el camino
que él les había señalado,
ni obedecieron su enseñanza.
25 Por eso se enojó con ellos y los castigó
con una guerra violenta que los hizo arder en llamas;
mas ni aun así quisieron entender.

El Señor es el único Salvador

43 Pero ahora, Israel, pueblo de Jacob,
el Señor que te creó te dice:
«No temas, que yo te he libertado;
yo te llamé por tu nombre, tú eres mío.
Si tienes que pasar por el agua, yo estaré contigo,
si tienes que cruzar ríos, no te ahogarás;
si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás,
las llamas no arderán en ti.
Pues yo soy tu Señor, tu salvador,
el Dios Santo de Israel.
Yo te he adquirido;
he dado como precio de rescate
a Egipto, a Etiopía y a Sabá,
porque te aprecio,
eres de gran valor y yo te amo.
Para tenerte a ti y para salvar tu vida
entrego hombres y naciones.
No tengas miedo, pues yo estoy contigo.
Desde oriente y occidente
haré volver a tu gente para reunirla.
Diré al norte: “Devuélvelos”,
y al sur: “No te quedes con ellos.
Trae a mis hijos y mis hijas
desde lejos, desde el extremo del mundo,
a todos los que llevan mi nombre,
a los que yo creé y formé,
a los que hice para gloria mía.”

»Hagan venir a mi pueblo,
que tiene ojos pero está ciego,
y tiene oídos pero está sordo.
Reúnanse todos los pueblos,
júntense las naciones.
¿Quién entre ellas había predicho esto,
o había anunciado los sucesos pasados?
Que presenten testigos y prueben tener razón,
para que se oiga y se diga que es la verdad.»

10 El Señor afirma:
«Ustedes son mis testigos,
mis siervos, que yo elegí
para que me conozcan y confíen en mí
y entiendan quién soy.
Antes de mí no ha existido ningún dios,
ni habrá ninguno después de mí.
11 Sólo yo soy el Señor;
fuera de mí nadie puede salvar.»

12 El Señor afirma:
«Yo lo anuncié y lo proclamé: yo los he salvado;
no lo hizo un dios extraño,
y ustedes son mis testigos.
13 Desde siempre, yo soy Dios.
Nadie puede librar de mi poder.
Nadie puede deshacer lo que yo hago.»

14 El Señor, el Dios Santo de Israel,
el que les dio la libertad, dice:
«Para salvarlos a ustedes mandaré gente a Babilonia
y haré abrir todas las puertas,
y la alegría de los caldeos se convertirá en dolor.
15 Yo soy el Señor, el creador de Israel,
el Dios Santo y rey de ustedes.»

16 El Señor abrió un camino a través del mar,
un sendero por entre las aguas impetuosas;
17 hizo salir todo un poderoso ejército,
con sus carros y caballos, para destruirlo.
Quedaron derribados y no pudieron levantarse;
se acabaron como mecha que se apaga.
18 Ahora dice el Señor a su pueblo:
«Ya no recuerdes el ayer,
no pienses más en cosas del pasado.
19 Yo voy a hacer algo nuevo,
y verás que ahora mismo va a aparecer.
Voy a abrir un camino en el desierto
y ríos en la tierra estéril.
20 Me honrarán los animales salvajes,
los chacales y los avestruces,
porque hago brotar agua en el desierto,
ríos en la tierra estéril,
para dar de beber a mi pueblo elegido,
21 el pueblo que he formado
para que proclame mi alabanza.

22 »Pero tú, Israel, pueblo de Jacob,
no me invocaste, sino que te cansaste de mí.
23 No me ofreciste holocaustos de ovejas
ni me honraste con sacrificios.
Yo no te cansé pidiéndote ofrendas,
ni te molesté exigiéndote incienso.
24 No has tenido que comprar caña aromática
para traérmela como ofrenda,
ni has tenido que complacerme
con la grasa de animales sacrificados.
Por el contrario, me cansaste con tus pecados;
me molestaste con tus maldades.

25 »Pero yo, por ser tu Dios, borro tus crímenes
y no me acordaré más de tus pecados.
26 Si tienes algo contra mí, sometámoslo a juicio.
Trae tus argumentos, a ver si sales inocente.
27 Tu primer antepasado pecó,
tus maestros se rebelaron contra mí,
28 tus gobernantes profanaron mi templo;
por eso dejé que Israel, el pueblo de Jacob,
fuera destruido e insultado.

Jehová consuela a Sion

40 Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados.

Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.(A) Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.(B)

Voz que decía: Da voces. Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo. La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo. Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.(C)

Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro! 10 He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro.(D) 11 Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.

El incomparable Dios de Israel

12 ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? 13 ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?(E) 14 ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? 15 He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo. 16 Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio. 17 Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es.

18 ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? 19 El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata. 20 El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un maestro sabio, que le haga una imagen de talla que no se mueva.

21 ¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? 22 Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar. 23 Él convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como cosa vana. 24 Como si nunca hubieran sido plantados, como si nunca hubieran sido sembrados, como si nunca su tronco hubiera tenido raíz en la tierra; tan pronto como sopla en ellos se secan, y el torbellino los lleva como hojarasca. 25 ¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? dice el Santo. 26 Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.

27 ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio? 28 ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. 29 Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. 30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; 31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

Seguridad de Dios para Israel

41 Escuchadme, costas, y esfuércense los pueblos; acérquense, y entonces hablen; estemos juntamente a juicio. ¿Quién despertó del oriente al justo, lo llamó para que le siguiese, entregó delante de él naciones, y le hizo enseñorear de reyes; los entregó a su espada como polvo, como hojarasca que su arco arrebata? Los siguió, pasó en paz por camino por donde sus pies nunca habían entrado. ¿Quién hizo y realizó esto? ¿Quién llama las generaciones desde el principio? Yo Jehová, el primero, y yo mismo con los postreros. Las costas vieron, y tuvieron temor; los confines de la tierra se espantaron; se congregaron, y vinieron. Cada cual ayudó a su vecino, y a su hermano dijo: Esfuérzate. El carpintero animó al platero, y el que alisaba con martillo al que batía en el yunque, diciendo: Buena está la soldadura; y lo afirmó con clavos, para que no se moviese.

Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo.(F) Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. 10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. 11 He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. 12 Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. 13 Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.

14 No temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo soy tu socorro, dice Jehová; el Santo de Israel es tu Redentor. 15 He aquí que yo te he puesto por trillo, trillo nuevo, lleno de dientes; trillarás montes y los molerás, y collados reducirás a tamo. 16 Los aventarás, y los llevará el viento, y los esparcirá el torbellino; pero tú te regocijarás en Jehová, te gloriarás en el Santo de Israel.

17 Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé. 18 En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca. 19 Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente, 20 para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de Israel lo creó.

Dios reta a los falsos dioses

21 Alegad por vuestra causa, dice Jehová; presentad vuestras pruebas, dice el Rey de Jacob. 22 Traigan, anúnciennos lo que ha de venir; dígannos lo que ha pasado desde el principio, y pondremos nuestro corazón en ello; sepamos también su postrimería, y hacednos entender lo que ha de venir. 23 Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses; o a lo menos haced bien, o mal, para que tengamos qué contar, y juntamente nos maravillemos. 24 He aquí que vosotros sois nada, y vuestras obras vanidad; abominación es el que os escogió.

25 Del norte levanté a uno, y vendrá; del nacimiento del sol invocará mi nombre; y pisoteará príncipes como lodo, y como pisa el barro el alfarero. 26 ¿Quién lo anunció desde el principio, para que sepamos; o de tiempo atrás, y diremos: Es justo? Cierto, no hay quien anuncie; sí, no hay quien enseñe; ciertamente no hay quien oiga vuestras palabras. 27 Yo soy el primero que he enseñado estas cosas a Sion, y a Jerusalén daré un mensajero de alegres nuevas. 28 Miré, y no había ninguno; y pregunté de estas cosas, y ningún consejero hubo; les pregunté, y no respondieron palabra. 29 He aquí, todos son vanidad, y las obras de ellos nada; viento y vanidad son sus imágenes fundidas.

El Siervo de Jehová

42 He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento;(G) he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones. No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las costas esperarán su ley.(H)

Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella,(I) y espíritu a los que por ella andan: Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones,(J) para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas. Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas. He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré notorias.

Alabanza por la liberación poderosa de Jehová

10 Cantad a Jehová un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra; los que descendéis al mar, y cuanto hay en él, las costas y los moradores de ellas. 11 Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar; canten los moradores de Sela, y desde la cumbre de los montes den voces de júbilo. 12 Den gloria a Jehová, y anuncien sus loores en las costas. 13 Jehová saldrá como gigante, y como hombre de guerra despertará celo; gritará, voceará, se esforzará sobre sus enemigos.

14 Desde el siglo he callado, he guardado silencio, y me he detenido; daré voces como la que está de parto; asolaré y devoraré juntamente. 15 Convertiré en soledad montes y collados, haré secar toda su hierba; los ríos tornaré en islas, y secaré los estanques. 16 Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé. 17 Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en ídolos, y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses.

Israel no aprende de la disciplina

18 Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver. 19 ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo de Jehová, 20 que ve muchas cosas y no advierte, que abre los oídos y no oye? 21 Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla. 22 Mas este es pueblo saqueado y pisoteado, todos ellos atrapados en cavernas y escondidos en cárceles; son puestos para despojo, y no hay quien libre; despojados, y no hay quien diga: Restituid. 23 ¿Quién de vosotros oirá esto? ¿Quién atenderá y escuchará respecto al porvenir? 24 ¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien pecamos? No quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley. 25 Por tanto, derramó sobre él el ardor de su ira, y fuerza de guerra; le puso fuego por todas partes, pero no entendió; y le consumió, mas no hizo caso.

Jehová es el único Redentor

43 Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti. Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida. No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré. Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra, todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.

Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos. Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oír las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan: Verdad es. 10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. 11 Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. 12 Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios. 13 Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?

14 Así dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros envié a Babilonia, e hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se gloriaban. 15 Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey. 16 Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas; 17 el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados. 18 No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. 19 He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. 20 Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido. 21 Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará.

22 Y no me invocaste a mí, oh Jacob, sino que de mí te cansaste, oh Israel. 23 No me trajiste a mí los animales de tus holocaustos, ni a mí me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda, ni te hice fatigar con incienso. 24 No compraste para mí caña aromática por dinero, ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios, sino pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades.

25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. 26 Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte. 27 Tu primer padre pecó, y tus enseñadores prevaricaron contra mí. 28 Por tanto, yo profané los príncipes del santuario, y puse por anatema a Jacob y por oprobio a Israel.