Ezequiel 3-4
Reina-Valera 1995
3 Me dijo: «Hijo de hombre, come lo que tienes ante ti; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.» 2 Abrí mi boca y me hizo comer aquel rollo. 3 Me dijo: «Hijo de hombre, alimenta tu vientre y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy.» Lo comí, y fue en mi boca dulce como la miel.
4 Luego me dijo: «Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel y háblales con mis palabras. 5 Porque no eres enviado a un pueblo de habla misteriosa ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel; 6 no a muchos pueblos de habla misteriosa ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; pero si a ellos te enviara, ellos te escucharían. 7 Pero la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón. 8 Yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes. 9 Como el diamante, más fuerte que el pedernal he hecho tu frente; no los temas ni tengas miedo delante de ellos, porque son una casa rebelde.»
10 Me dijo: «Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te diré, y pon mucha atención. 11 Luego ve y entra adonde están los cautivos, los hijos de tu pueblo. Háblales y diles: “Así ha dicho Jehová, el Señor”, ya sea que escuchen o que dejen de escuchar.»
12 El espíritu me elevó, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: «¡Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar!» 13 Oí también el ruido de las alas de los seres vivientes al juntarse la una con la otra, y el ruido de las ruedas delante de ellos, y el ruido de gran estruendo. 14 El espíritu, pues, me elevó y me llevó. Yo fui, pero con amargura y lleno de indignación, mientras la mano de Jehová era fuerte sobre mí. 15 Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté junto con ellos. Allí, durante siete días, permanecí atónito entre ellos.
El atalaya de Israel(A)
16 Aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 17 «Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, mi palabra, y los amonestarás de mi parte. 18 Cuando yo diga al impío: “De cierto morirás”, si tú no lo amonestas ni le hablas, para que el impío sea advertido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. 19 Pero si tú amonestas al impío, y él no se convierte de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu vida. 20 Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, y yo pongo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no lo amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no serán tenidas en cuenta; pero su sangre demandaré de tu mano. 21 Pero si amonestas al justo para que no peque, y no peca, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu vida.»
El profeta mudo
22 Vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo: «Levántate y sal al campo, y allí hablaré contigo.» 23 Me levanté y salí al campo; y allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro. 24 Entonces entró el espíritu en mí, me afirmó sobre mis pies, me habló y me dijo: «Entra y enciérrate dentro de tu casa. 25 En cuanto a ti, hijo de hombre, he aquí que pondrán cuerdas sobre ti, y con ellas te atarán y no podrás salir para estar entre ellos. 26 Haré que se te pegue la lengua al paladar, y estarás mudo, y no serás para ellos un hombre que reprende, porque son casa rebelde. 27 Pero cuando yo te haya hablado, abriré tu boca y les dirás: “Así ha dicho Jehová, el Señor: El que escucha, que escuche; y el que no quiera escuchar, que no escuche, porque casa rebelde son.”
Predicción del sitio de Jerusalén
4 »Tú, hijo de hombre, tómate un adobe, ponlo delante de ti y diseña sobre él la ciudad de Jerusalén. 2 Y pondrás sitio contra ella, construirás contra ella fortaleza, sacarás contra ella baluarte, montarás delante de ella campamento, y contra ella, a su alrededor, colocarás arietes. 3 Toma también una plancha de hierro y ponla en lugar de muro de hierro entre ti y la ciudad; afirmarás luego tu rostro contra ella, y será en lugar de cerco y la sitiarás. Es una señal para la casa de Israel.
4 »Tú te acostarás sobre tu lado izquierdo y pondrás sobre él la maldad de la casa de Israel. El número de los días que duermas sobre él, llevarás sobre ti la maldad de ellos. 5 Yo te he dado los años de su maldad por el número de los días: trescientos noventa días; y así llevarás tú la maldad de la casa de Israel. 6 Cumplidos estos, te acostarás por segunda vez, ahora sobre tu lado derecho, y llevarás la maldad de la casa de Judá cuarenta días; día por año, día por año te lo he dado. 7 Hacia el asedio de Jerusalén dirigirás tu rostro, y con tu brazo descubierto profetizarás contra ella. 8 He puesto sobre ti ataduras, y no podrás darte vuelta de un lado a otro hasta que hayas cumplido los días de tu asedio.
9 »Toma para ti trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y avena; ponlos en una vasija y hazte pan de ellos para el número de los días que te acuestes sobre tu lado: trescientos noventa días comerás de él. 10 La comida que comerás será de peso de veinte siclos al día; de tiempo en tiempo la comerás. 11 Y beberás el agua por medida, la sexta parte de un hin; de tiempo en tiempo la beberás. 12 Y comerás pan de cebada cocido debajo de la ceniza. Lo cocerás a vista de ellos en fuego de excremento humano.»
13 Dijo Jehová: «Así comerán los hijos de Israel su pan inmundo, entre las naciones a donde yo los arrojaré.»
14 Yo dije: «¡Ah, Señor, Jehová!, mi alma no es impura, ni nunca desde mi juventud hasta este tiempo comí cosa mortecina ni despedazada, ni nunca en mi boca entró carne inmunda.»
15 Y me respondió: «He aquí te permito usar estiércol de bueyes en lugar de excremento humano para cocer tu pan.» 16 Me dijo luego: «Hijo de hombre, quebrantaré el sustento del pan en Jerusalén; comerán el pan por peso y con angustia, y beberán el agua por medida y con espanto, 17 para que, al faltarles el pan y el agua, se miren unos a otros con espanto y se consuman en su maldad.
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