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El falso ayuno

El día cuatro del mes noveno (llamado Quisleu), del cuarto año del gobierno del rey Darío, el Señor dirigió un mensaje al profeta Zacarías. En aquel tiempo, el pueblo de Betel había enviado a Sarézer y a Réguem-mélec, con sus hombres, a pedir la ayuda del Señor y a preguntar a los profetas y a los sacerdotes del templo del Señor todopoderoso: «¿Habremos de seguir guardando luto y ayuno el quinto mes de cada año, tal como lo hemos hecho hasta ahora?»

Entonces el Señor todopoderoso se dirigió a mí, y me dijo: «Di a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes: “Ustedes hacen ayuno y guardan luto el quinto y el séptimo mes desde hace setenta años. Pero no lo hacen para honrarme a mí, sino que cuando ustedes comen y beben, lo hacen para su propio provecho.”» ¿Acaso no son éstas las mismas palabras que el Señor pronunció por medio de los antiguos profetas, cuando Jerusalén estaba en paz y llena de gente, y lo estaban también las ciudades de alrededor, y las regiones del Négueb y la llanura?

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