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»En aquel día arrancaré del país los nombres de los ídolos, y nunca más volverán a ser invocados —afirma el Señor Todopoderoso—. También eliminaré del país a los profetas y la impureza que los inspira. Y, si hubiera todavía alguno que quisiera profetizar, sus propios padres le dirán: “Has mentido en el nombre del Señor. Por tanto, debes morir”. Y, por meterse a profeta, sus propios padres lo traspasarán con espada.

»En aquel día los profetas se avergonzarán de sus visiones proféticas. Ya no engañarán a nadie vistiéndose con mantos de piel,

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