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Pues Yo no me compadeceré más de los habitantes de esta tierra», declara el Señor, «sino que haré que los hombres caigan cada uno en manos de otro(A) y en manos de su rey; y ellos herirán la tierra(B) y Yo no los libraré de sus manos(C)». Apacenté, pues, las ovejas destinadas para la matanza(D), esto es, los afligidos del rebaño(E). Y tomé para mí dos cayados(F): a uno lo llamé Gracia(G) y al otro lo llamé Unión; y apacenté las ovejas(H).

Destruí a los tres pastores en un mes(I), pues mi alma se impacientó con ellos y su alma también se cansó de mí.

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