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Entonces el Señor todopoderoso se dirigió a mí, y me dijo: «Di a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes: “Ustedes hacen ayuno y guardan luto el quinto y el séptimo mes desde hace setenta años. Pero no lo hacen para honrarme a mí, sino que cuando ustedes comen y beben, lo hacen para su propio provecho.”» ¿Acaso no son éstas las mismas palabras que el Señor pronunció por medio de los antiguos profetas, cuando Jerusalén estaba en paz y llena de gente, y lo estaban también las ciudades de alrededor, y las regiones del Négueb y la llanura?

La desobediencia, causa del destierro

El Señor se dirigió al profeta Zacarías, y le dijo: «Esto es lo que yo ordeno: Sean ustedes rectos en sus juicios, y bondadosos y compasivos unos con otros. 10 No opriman a las viudas, ni a los huérfanos, ni a los extranjeros, ni a los pobres. No piensen en cómo hacerse daño unos a otros.» 11 Pero el pueblo se negó a obedecer. Todos volvieron la espalda y se hicieron los sordos. 12 Endurecieron su corazón como el diamante, para no escuchar la enseñanza y los mandatos que el Señor todopoderoso comunicó por su espíritu, por medio de los antiguos profetas.

Por eso el Señor se enojó mucho, 13 y dijo: «Así como ellos no quisieron escucharme cuando yo los llamaba, tampoco yo los escucharé cuando ellos me invoquen. 14 Por eso los dispersé como por un torbellino entre todas esas naciones que ellos no conocían, y tras ellos quedó el país convertido en un desierto donde nadie podía vivir. ¡Un país tan hermoso, y ellos lo convirtieron en desolación!»

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Lo que Dios quiere de su pueblo

1-4 En el cuarto año del gobierno de Darío, rey de Persia, los habitantes de Betel preguntaron a los profetas y a los sacerdotes si debían seguir ayunando los días cinco de cada mes. Para eso enviaron al templo del Dios todopoderoso a Sarezer y a Réguem-mélec, y a su gente. Era el día cuatro del mes de Quislev.[a] Entonces Dios me dio un mensaje. Me dijo:

«Zacarías, diles de mi parte a los sacerdotes y a toda la gente de este país:

“Durante los últimos setenta años
ustedes han estado ayunando
todos los meses quinto y séptimo.
Pero no lo hacen pensando en mí.
Y cuando dejan de ayunar,
comen pensando sólo en ustedes.
Esto que ahora les digo
ya lo dije hace mucho tiempo
por medio de los profetas,
cuando aún estaban habitadas
Jerusalén y las ciudades vecinas,
cuando aún se vivía en paz
en el desierto y en la llanura”».

8-9 El Dios todopoderoso también me dio este mensaje:

«Ustedes deben tratar a los demás
con justicia, amor y compasión.
10 No maltraten a nadie,
ni hagan daño a los demás;
en vez de hacer planes malvados,
cuiden de las viudas, de los huérfanos,
de los pobres y de los refugiados.

11-12 »En el pasado, puse mi espíritu en los profetas para que ellos les comunicaran mis mensajes. Pero ustedes siempre han sido tercos; en vez de obedecerme, me abandonaron y no me hicieron caso. Por eso me enojé y les dije: 13 “Como ustedes no me hicieron caso cuando yo los llamé, tampoco yo les haré caso cuando me llamen. Yo soy el Dios todopoderoso, y les juro que así lo haré”.

14 »Por eso los dispersé por naciones que ustedes no conocían. Por eso su país quedó hecho un desierto, por el que nadie se atrevía a pasar. Por culpa de ustedes, su hermoso país quedó abandonado y en ruinas».

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Footnotes

  1. Zacarías 7:1 Quislev: Noveno mes del calendario lunar judío. En nuestro calendario solar corresponde al período que va de mediados de noviembre a mediados de diciembre.

Vino, pues, a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo: Habla a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años, ¿habéis ayunado para mí? Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos? ¿No son estas las palabras que proclamó Jehová por medio de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, y sus ciudades en sus alrededores y el Neguev y la Sefela estaban también habitados?

La desobediencia, causa del cautiverio

Y vino palabra de Jehová a Zacarías, diciendo: Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; 10 no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano. 11 Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; 12 y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos. 13 Y aconteció que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos; 14 sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron en desierto la tierra deseable.

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