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Segunda visión: los cuernos y los herreros

Alcé la vista y, al mirar, vi cuatro cuernos. Pregunté entonces al ángel que hablaba conmigo:

— ¿Qué representan esos cuernos?

El ángel me respondió:

— Representan el poder de quienes dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén.

A continuación el Señor me hizo ver cuatro herreros. Y yo pregunté:

— ¿Qué es lo que estos vienen a hacer?

Me contestó:

— Los cuernos representan a quienes dispersaron a Judá hasta el punto de que ya nadie podía levantar cabeza; los herreros, por su parte, vienen para hacer temblar y derribar los poderes que esas naciones desencadenaron contra el país de Judá a fin de dispersarlo.

Tercera visión: la cinta para medir

Alcé la vista y, al mirar, vi a un hombre que tenía en la mano una cinta para medir. Le pregunté:

— ¿A dónde te diriges?

Me respondió:

— A medir Jerusalén para saber cuál será su anchura y su longitud.

Se marchaba ya el ángel que estaba hablando conmigo, cuando otro ángel le salió al encuentro y le dijo:

— Anda y di a ese joven: “Jerusalén será una ciudad abierta, habitada por una multitud de personas y animales. Y yo seré para ella —oráculo del Señor— una muralla de fuego alrededor y un motivo de gloria en medio de ella”.

Invitación a los desterrados

10 ¡Ea, vamos!
Escapad del país del norte
—oráculo del Señor—.
Yo os dispersé —dice el Señor—
por los cuatro puntos cardinales;
11 pues bien, ¡arriba, Sión!,
trata de ponerte a salvo,
tú que habitas en Babilonia.
12 Esto dice el Señor del universo
—de quien soy su mensajero autorizado—
acerca de las naciones que os despojaron:
El que os toca a vosotros,
toca a las niñas de mis ojos.
13 Yo castigaré a esas naciones
que serán botín de sus esclavos,
y así reconoceréis que he sido enviado
por el Señor del universo.
14 ¡Grita de alegría, Sión,
pues en medio de ti vengo a morar!
—oráculo del Señor—.
15 En aquel día se unirán al Señor
naciones sin cuento;
se convertirán en pueblo mío,
yo habitaré en medio de ti
y tú reconocerás
que es el Señor del universo
quien a ti me ha enviado.
16 Judá será la tierra santa,
posesión y heredad del Señor
que de nuevo elegirá a Jerusalén.
17 Calle, pues, ante el Señor todo viviente
porque está decidido a entrar en acción
desde su santa morada.

Llamamiento a los cautivos

Alcé después mis ojos y miré, y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir. Y le dije: ¿A dónde vas? Y él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud. Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro, y le dijo: Corre, habla a este joven, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalén, a causa de la multitud de hombres y de ganado en medio de ella. Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y para gloria estaré en medio de ella.

Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová. Oh Sion, la que moras con la hija de Babilonia, escápate. Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo. Porque he aquí yo alzo mi mano sobre ellos, y serán despojo a sus siervos, y sabréis que Jehová de los ejércitos me envió. 10 Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. 11 Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti. 12 Y Jehová poseerá a Judá su heredad en la tierra santa, y escogerá aún a Jerusalén.

13 Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada.