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12 La sabiduría resplandece con brillo que no se empaña;
los que la aman, la descubren fácilmente,
y los que la buscan, la encuentran;
13 ella misma se da a conocer a los que la desean.
14 Quien madruga a buscarla no se cansa:
la encuentra sentada a la puerta de su propia casa.
15 Tener la mente puesta en ella es prudencia consumada;
el que trasnocha por hallarla,
pronto se verá libre de preocupaciones.
16 Ella misma va de un lado a otro
buscando a quienes son dignos de ella;
se les manifiesta con bondad en el camino
y les sale al encuentro en todo lo que piensan.

17 El comienzo de la sabiduría
es el deseo sincero de instruirse;
tener deseo de instruirse ya es amar la sabiduría;
18 amarla es cumplir sus leyes;
cumplir sus leyes es asegurarse la inmortalidad,
19 y la inmortalidad acerca a Dios.
20 Por tanto, el deseo de la sabiduría
es lo que hace de uno un verdadero rey.
21 Gobernantes de los pueblos,
si estiman los tronos y los cetros,
aprecien la sabiduría,
para que puedan reinar eternamente.

Descripción de la sabiduría

22 Voy a decirles en qué consiste la sabiduría
y de dónde viene,
sin ocultarles ningún secreto.
Llegaré hasta el comienzo mismo de ella
y la daré a conocer con toda claridad,
sin pasar por alto la verdad.
23 No me dejaré guiar por la podrida envidia,
pues nada tiene que ver con la sabiduría.

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