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10 Tobías salió a llamarlo y le dijo:

—Joven, mi padre te llama.

El ángel entró, y Tobit se adelantó a saludarlo. El ángel le respondió, deseándole que se encontrara bien. Tobit le contestó:

—¿Qué bien me puedo encontrar ya? ¡Estoy ciego, no puedo ver la luz del sol! Me encuentro en la oscuridad, como los muertos, que ya no pueden ver la luz. Mi vida es una muerte. Oigo hablar a la gente, pero no la puedo ver.

El ángel le respondió:

—¡Ten confianza! Dios no tardará en sanarte. ¡Ten confianza!

Tobit le dijo:

—Mi hijo Tobías quiere viajar a Media. ¿Puedes acompañarlo y servirle de guía? Amigo, yo te pagaré lo que sea.

Él respondió:

—Sí, puedo acompañarlo. Conozco bien esos caminos. He ido muchas veces a Media y he recorrido todas esas llanuras y los montes. Conozco todos esos caminos.

11 —Dime, amigo —le dijo Tobit—, ¿de qué tribu y de qué familia eres?

12 El ángel respondió:

—¿Qué necesidad tienes de saber mi tribu?

—Amigo —insistió Tobit—, quiero saber quién eres realmente y cómo te llamas.

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