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Y pensé: «Le he pedido a Dios que me permita morir; así que lo mejor es que le hable a mi hijo Tobías acerca de esa plata». Entonces llamé a Tobías y le di estos consejos:

«Cuando yo muera, hazme un entierro como se merece cualquier ser humano. Respeta siempre a tu madre y nunca la abandones; cumple sus deseos y no la hagas enojar con tu conducta. Hijo mío, recuerda que ella pasó por muchos peligros cuando estaba embarazada y esperaba que nacieras. Cuando ella muera, entiérrala en la misma tumba, junto a mí.

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