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que recordé las palabras del profeta Amós contra la ciudad de Betel: «Convertiré sus fiestas en velorios, y sus canciones en tristes lamentos». Y me puse a llorar.

Al caer la noche, hice una fosa y enterré al muerto. Mientras lo hacía, mis vecinos se burlaban de mí diciendo:

«Este Tobías no aprende. Hace poco lo iban a matar por enterrar muertos, y logró escapar. Ahora está haciendo lo mismo, ¿será que no tiene miedo?»

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