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Ana salió corriendo y abrazó a su hijo, diciendo:

—¡Por fin te veo, hijo mío! ¡Ahora ya puedo morirme!

Y empezó a llorar. 10 Tobit se levantó, y tropezando salió a la puerta de afuera. 11 Tobías, que tenía en la mano la hiel del pescado, se acercó a su padre y lo tomó de la mano. Entonces le sopló en los ojos, y le dijo:

—¡Ten confianza, padre!

En seguida le aplicó el remedio.

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