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13 Edna, por su parte, le dijo a Tobías:

«Hijo mío, que Dios te acompañe y que vuelvas con bien a tu casa. Espero que Dios me permita ser abuela antes de morir. Él es testigo de que pongo a mi hija bajo tu cuidado; nunca la hagas sufrir. Ve en paz, hijo mío, que de ahora en adelante yo seré para ti como una madre, y mi hija será para ti como una hermana. ¡Ojalá pudiéramos vivir todos juntos!»

Enseguida Edna se despidió con un beso. 14 Tobías, por su parte, les dijo a sus suegros: «¡Espero que mientras yo viva, pueda darles a ustedes el honor que se merecen!»

Tobías salió de la casa de Ragüel sano y salvo. Iba feliz porque Dios, creador del cielo y de la tierra, y rey de toda la creación, le había dado un buen viaje. Por eso lo alabó y le pidió que bendijera a sus suegros.

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