El obispo tiene a su cargo la obra de Dios y por lo tanto, debe ser irreprensible: no arrogante, ni iracundo, ni borracho, ni violento, ni codicioso de ganancias mal habidas. Al contrario, debe ser hospitalario, amigo del bien, sensato, justo, santo y disciplinado. Debe apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan.

Read full chapter

Es necesario que el obispo sea irreprochable, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no amigo de contiendas, no codicioso de ganancias deshonestas. Debe ser hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.

Read full chapter

Since an overseer(A) manages God’s household,(B) he must be blameless—not overbearing, not quick-tempered, not given to drunkenness, not violent, not pursuing dishonest gain.(C) Rather, he must be hospitable,(D) one who loves what is good,(E) who is self-controlled,(F) upright, holy and disciplined. He must hold firmly(G) to the trustworthy message as it has been taught, so that he can encourage others by sound doctrine(H) and refute those who oppose it.

Read full chapter