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A mediodía, cuando la gente se iba, Susana acostumbraba salir a pasear al jardín de su esposo. Los dos ancianos, que todos los días la veían salir a pasear, se llenaron de pasión por ella y tuvieron pensamientos perversos; no volvieron a tener en cuenta a Dios ni se acordaron de lo que es la rectitud.

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