¹⁸ En el ejercicio de Su voluntad^(A), Él nos hizo nacer^(B) por la palabra de verdad^(C), para que fuéramos las^[a] primicias de sus criaturas^(D).

²⁶ para santificarla^(A), habiéndola purificado^(B) por el lavamiento del agua^(C) con la palabra^(D),

⁴ Pero cuando se manifestó^(A) la bondad^(B) de Dios nuestro Salvador^(C), y Su amor hacia la humanidad, ⁵ Él nos salvó^(D), no por las obras de^[a] justicia que nosotros hubiéramos hecho^(E), sino conforme a Su misericordia^(F), por medio del lavamiento de la regeneración^(G) y la renovación por el Espíritu Santo^(H), ⁶ que Él derramó sobre nosotros^(I) abundantemente por medio de Jesucristo^(J) nuestro Salvador, ⁷ para que justificados por Su gracia fuéramos hechos herederos^(K) según la esperanza de la vida eterna^[b].

⁶³ »El Espíritu es el que da vida^(A); la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo les he hablado son espíritu y son vida^(B).

³ Ustedes ya están limpios por la palabra^(A) que les he hablado.

⁴ »Permanezcan en Mí^(B), y Yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco ustedes si no permanecen en Mí. ⁵ Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto^(C), porque separados de Mí nada pueden hacer.

Poder de la palabra de Dios

¹² Porque la palabra de Dios^(A) es viva^(B) y eficaz^(C), y más cortante que cualquier espada de dos filos^(D). Penetra hasta la división del alma y del espíritu^(E), de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir^[a] los pensamientos y las intenciones del corazón^(F). ¹³ No hay cosa creada oculta a Su vista^[b](G), sino que todas las cosas están al descubierto^[c] y desnudas^(H) ante los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta.

7 Por tanto, amados^(A), teniendo estas promesas, limpiémonos de toda inmundicia de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios^(B).