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El rico se afana por amontonar riquezas,
y cuando descansa puede gozar de ellas.
El pobre se afana por las necesidades de su casa,
y cuando descansa todo le hace falta.

El que va tras el oro no queda sin culpa,
y el que ama el dinero se extraviará por él.
Muchos han quedado atados por el oro
y han puesto su confianza en las alhajas.
Estas cosas son una trampa para el necio,
y todo insensato cae en ella.
¡Dichoso el que se mantiene íntegro
y no corre detrás de las riquezas!
¿Quién es? Vamos a felicitarlo,
pues ha hecho algo admirable entre su gente.
10 Tuvo riquezas y se mantuvo íntegro,
lo cual será un honor para él.
Pudo extraviarse, pero no lo hizo;
pudo hacer el mal, pero no quiso.
11 Por eso su dicha está asegurada
y la comunidad lo alabará.

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