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Reglas de etiqueta

12 Hijo mío, si te invitan a una mesa importante,
no te dejes llevar del apetito,
ni digas: «¡Qué cantidad de cosas!»
13 Recuerda que la codicia es algo muy malo.
Dios detesta el ojo codicioso;
no creó nada peor que el ojo.
A la vista de cualquier cosa, se excita,
y después ruedan lágrimas por las mejillas.
14 A donde el otro mire no extiendas tú la mano,
para que no choquen las manos en el plato.
15 Sé considerado con tu vecino como contigo mismo;
piensa en todo lo que a ti no te gusta.
16 Pórtate en la mesa como un invitado,
y no metas la mano para no hacerte antipático.
17 Por buena educación, termina tú primero;
y no sorbas, para que no te desprecien.
18 Y aunque estés a la mesa entre muchos,
no extiendas la mano antes que tu vecino.

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25 No te hagas el valiente cuando tomes vino,
pues la bebida ha hecho caer a muchos.
26 En el horno se prueba una vasija de metal,
y con el vino se ponen a prueba los orgullosos.
27 El vino es vida para el hombre,
si lo bebe con moderación.
¿Qué vida es esa donde falta el vino?
Desde el principio fue creado para dar alegría.
28 Alegría para el corazón,
gozo y contento:
eso es el vino bebido a su tiempo
y con cuidado.
29 Dolor de cabeza, amargura y deshonra:
eso es el vino bebido con ardor apasionado.
30 El mucho licor es trampa para el necio:
quita las fuerzas y es causa de heridas.
31 Cuando alguien esté bebiendo vino, no lo reprendas;
no le hagas reproches mientras está alegre;
no le digas palabras injuriosas
ni le busques pleito delante de la gente.

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32 Si te ponen a presidir un banquete, no te muestres orgulloso;
pórtate con los demás como uno de tantos.
Ocúpate de ellos antes de ponerte tú a la mesa;
atiende a lo que necesiten, y luego siéntate.
Así te alegrarás mostrándote cortés con ellos,
y te premiarán por tu buena educación.

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