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15 Si algún hermano o hermana de la iglesia no tiene ropa ni comida, 16 y tú no le das lo que necesita para abrigarse y comer bien, de nada le sirve que tú le digas «Que te vaya bien, abrígate y come hasta que te llenes». 17 Lo mismo pasa con la fidelidad a Dios: de nada nos sirve decir que le somos fieles, si no hacemos nada que lo demuestre. Esa clase de fidelidad está muerta.

18 A los que dicen que son fieles a Dios, pero no hacen lo bueno, yo les podría decir: «Tú dices que eres fiel a Dios, y yo hago lo que es bueno. Demuéstrame que es posible ser fiel a Dios sin tener que hacer lo bueno, y yo te demostraré que soy fiel a Dios por medio del bien que hago. 19 Tú crees que existe un solo Dios. ¡Muy bien! Pero hasta los demonios creen en él y tiemblan de miedo. 20 No seas tonto. Debes aceptar que de nada te sirve decir que eres fiel a Dios y confiar en él, si no haces lo bueno. 21 Nuestro antepasado Abraham agradó a Dios cuando puso a su hijo Isaac sobre el altar, para sacrificarlo. Y Dios lo aceptó por eso. 22 La confianza que Abraham tuvo en Dios se demostró con todo lo que hizo, y por medio de todo lo que hizo su confianza llegó a ser perfecta.»

23 Así se cumplió lo que dice en la Biblia: «Abraham confió en la promesa de Dios, y por eso Dios lo aceptó». Fue así como Abraham se hizo amigo de Dios.

24 Como pueden ver, Dios nos acepta por lo que hacemos, y no sólo por lo que creemos.

25 Así le sucedió a Rahab, la prostituta. Dios la aceptó por haber recibido y escondido a los espías en su casa, y por ayudarlos también a escapar por otro camino.

26 Así como un cuerpo sin alma está muerto, también la confianza en Dios está muerta si no va acompañada de buenas acciones.

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