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Amistad con el mundo, amistad con Dios

¿De dónde surgen los conflictos y las luchas que hay entre ustedes? Sin duda, de las pasiones que llevan siempre en pie de guerra en su interior. Si ambicionan y no tienen, asesinan; si arden en deseos y no pueden satisfacerlos, se enzarzan en luchas y contiendas. No tienen porque no piden. Y, si piden, no reciben nada porque piden con la torcida intención de malgastarlo en sus propios caprichos. ¡Gente infiel! ¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, quien pretende tener al mundo por amigo, se hace enemigo de Dios. Pues no dice en vano la Escritura: “Dios ama celosamente al espíritu que puso en nosotros”. Aunque su benevolencia es siempre mayor, y por eso dice también la Escritura: Dios hace frente a los orgullosos y concede, en cambio, su favor a los humildes. Sométanse, pues, a Dios y resistan al diablo, que no tendrá más remedio que huir. Acéquense a Dios, y Dios se acercará a ustedes. ¡Limpien sus manos, pecadores! ¡Purifiquen sus corazones, ustedes que se portan con doblez! Reconozcan su miseria; lloren y laméntense: que la risa se les convierta en llanto, y en tristeza la alegría. 10 Humíllense ante el Señor y él los ensalzará.

III.— JUICIO Y SALVACIÓN (4,11—5,18)

El juicio sobre el hermano

11 Hermanos, no hablen mal unos de otros. Quien critica a su hermano o se erige en su juez, está criticando y juzgando a la ley. Y si juzgas a la ley, no eres su cumplidor, sino su juez. 12 Mas sólo hay uno que es al mismo tiempo legislador y juez; sólo uno que tiene poder para salvar y condenar. ¿Quién eres tú, entonces, para erigirte en juez del prójimo?

Advertencias a los autosuficientes

13 En cuanto a ustedes, los que dicen: “Hoy o mañana iremos a tal ciudad y pasaremos allí el año negociando y enriqueciéndonos”, 14 ¿saben, acaso, qué les sucederá mañana? Pues la vida es como una nube de vapor, que aparece un instante y al punto se disipa. 15 Harían mejor en decir: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”. 16 Pero no; ustedes alardean con fanfarronería, sin pensar que semejante actitud es siempre reprochable. 17 Porque quien sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.