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Tú eres mi esperanza

SEÑOR, en ti he buscado refugio;
    no me decepciones.
Rescátame y libérame porque eres justo.
    Escúchame y sálvame.
Sé tú mi roca
    donde acudo a refugiarme,
pues tú diste la orden de salvarme.
    Tú eres mi roca, mi fortaleza.

Dios mío, rescátame de las garras del perverso,
    del delincuente y del violento.
Señor DIOS, tú eres mi esperanza;
    he confiado en ti desde mi juventud.
He dependido de ti desde antes de nacer.
    Tú me has ayudado desde que estaba en el vientre de mi madre.
    Siempre te estoy alabando.

Tú eres mi poderoso refugio,
    y me he convertido en un ejemplo para los demás.
Te honro y alabo
    con mi boca todo el día.
No me apartes de ti en mi vejez;
    no me abandones mientras voy perdiendo fuerzas.

10 Mis enemigos hacen planes contra mí;
    se han aliado los que quieren matarme.
11 Mis enemigos dicen: «Él no tiene quién lo salve.
    Dios lo ha abandonado, ¡atrapémoslo!»
12 Dios mío, no me abandones;
    apresúrate y ven a salvarme.
13 Que mis enemigos sean avergonzados y destruidos;
    que los que quieren hacerme daño se cubran de vergüenza y humillación.

14 Pero yo siempre confiaré en ti;
    te alabaré cada día más.
15 Todo el día hablaré de tu justicia y salvación;
    aunque es algo que no alcanzo a comprender.
16 Señor DIOS, cantaré acerca de tus poderosas obras;
    haré que se recuerde tu justicia, solamente la tuya.
17 Dios mío, tú me has enseñado desde mi juventud
    y nunca he dejado de hablar de tus obras maravillosas.
18 Dios mío, no me abandones
    aun cuando esté viejo y con canas,
hasta que les cuente a las nuevas generaciones
    acerca de tu poder y de tu fortaleza.

19 Dios mío, tu justicia llega hasta el cielo;
    has hecho grandes cosas;
    no hay dios como tú.
20 Aunque me has hecho pasar por dificultades y malos ratos,
    me revivirás y me harás volver de las profundidades de la tierra.
21 Acrecentarás mi grandeza
    y volverás a consolarme.

22 Yo te agradeceré al son del instrumento de salterio,
    por tu fidelidad, Dios mío;
a ti, Santo de Israel,
    te alabaré tocando el arpa.
23 Te alabarán mis labios y todo mi ser,
    cantaré a ti porque me salvaste.
24 Mi boca hablará
    todo el tiempo de tu justicia,
pues aquellos que querían destruirme
    quedaron derrotados y humillados.

Oración de un anciano

71 Señor, en ti busco protección;
¡no me defraudes jamás!
¡Líbrame, ponme a salvo,
pues tú eres justo!
Dígnate escucharme, y sálvame.
Sé tú mi roca protectora,
¡sé tú mi castillo de refugio y salvación!
¡Tú eres mi roca y mi castillo!

Dios mío,
líbrame de las manos del malvado,
de las manos del criminal y del violento,
pues tú, Señor, desde mi juventud
eres mi esperanza y mi seguridad.
Aún estaba yo en el vientre de mi madre
y ya me apoyaba en ti.
¡Tú me hiciste nacer!
¡Yo te alabaré siempre!

He sido motivo de asombro para muchos,
pero tú eres mi refugio.
Todo el día están llenos mis labios
de alabanzas a tu gloria;
no me desprecies cuando ya sea viejo;
no me abandones cuando ya no tenga fuerzas.
10 Mis enemigos, los que quieren matarme,
se han aliado y hacen planes contra mí.
11 Dicen: «¡Persíganlo y agárrenlo,
pues Dios lo ha abandonado
y nadie puede salvarlo!»

12 No te alejes de mí, Dios mío;
¡ven pronto a ayudarme!
13 ¡Que sean avergonzados y destruidos
los enemigos de mi vida!
¡Que sean puestos en ridículo
los que quieren mi desgracia!
14 Pero yo esperaré en todo momento,
y más y más te alabaré;
15 todo el día anunciaré con mis labios
que tú nos has salvado y nos has hecho justicia.
¡Esto es algo que no alcanzo a comprender!
16 Contaré las grandes cosas que tú, Señor, has hecho;
¡proclamaré que sólo tú eres justo!

17 Dios mío,
tú me has enseñado desde mi juventud,
y aún sigo anunciando tus grandes obras.
18 Dios mío, no me abandones
aun cuando ya esté yo viejo y canoso,
pues aún tengo que hablar de tu gran poder
a esta generación y a las futuras.

19 Tu justicia, oh Dios, llega hasta el cielo;
tú has hecho grandes cosas;
¡no hay nadie como tú!
20 Aunque me has hecho ver
muchas desgracias y aflicciones,
me harás vivir de nuevo;
me levantarás de lo profundo de la tierra,
21 aumentarás mi grandeza
y volverás a consolarme.

22 Yo, por mi parte,
cantaré himnos y alabaré tu lealtad
al son del arpa y del salterio,
Dios mío, Santo de Israel.
23 Mis labios se alegrarán al cantarte,
lo mismo que todo mi ser, que tú has salvado.
24 También mi lengua dirá a todas horas
que tú eres justo,
pues los que querían mi desgracia
han quedado cubiertos de vergüenza.