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Salmo de David, estando en el desierto de Judá.

Dios, Dios mío eres tú; a ti madrugaré; mi alma tuvo sed de ti, mi carne te desea en tierra de sequedad y transida sin aguas.

Así te miré en santidad, cuando vi tu fortaleza y tu gloria.

¶ Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán.

Así te bendeciré en mi vida; en tu Nombre alzaré mis manos.

Como de sebo y de grosura será saciada mi alma; y con labios de alegría te alabará mi boca,

cuando me acordare de ti en mi lecho, cuando meditare de ti en las velas de la noche.

¶ Porque has sido mi socorro; y así en la sombra de tus alas me regocijaré.

Mi alma se apegó tras de ti; tu diestra me ha sustentado.

Mas los que para destrucción buscaron mi alma, descendieron en los sitios bajos de la tierra.

10 Los matarán a filo de espada; serán porción de las zorras.

11 Y el rey se alegrará en Dios; serán alabados todos los que juran por él; porque la boca de los que hablan mentira, será cerrada.

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