Add parallel Print Page Options

Salmo 58 (57)

Hay un Dios que imparte justicia

58 Al maestro del coro. Según “No destruyas”. Poema de David.
Jueces, ¿en verdad proclamáis la justicia
y juzgáis a las personas con rectitud?
No; en vuestro interior tramáis el mal
y propagáis la violencia en esta tierra.
Los malvados desde que nacen están perdidos,
los falsos desde su nacimiento se extravían.
Es su veneno como el veneno de la serpiente,
son como víbora sorda que tapa sus oídos
para no oír la voz de los encantadores,
ni la del hechicero experto en hechizos.
Oh Dios, rompe los dientes de su boca,
destroza, Señor, las fauces de estos leones.
Que se evaporen como agua que se diluye,
que disparen flechas que no puedan clavarse;
que sean cual babosa que al andar se deshace,
como aborto de mujer que no pudo ver el sol;
10 que antes que vuestras ollas noten el fuego
vivo y crepitante, lo apague un vendaval.
11 Se alegrará el justo cuando vea la venganza
y bañará sus pies en la sangre del malvado.
12 Y todos dirán: “El justo tiene su premio,
hay un Dios que imparte justicia en la tierra”.

Al director musical. Sígase la tonada de «No destruyas». Mictam de David.

58 ¿Acaso ustedes, gobernantes, proclaman la justicia
    y juzgan con rectitud a los seres humanos?
¡No! Ustedes a plena conciencia cometen injusticias,
    y la violencia de sus manos se esparce en el país.

Los malvados se descarrían desde que nacen;
    desde el vientre materno se desvían los mentirosos.
Su veneno es como el de las serpientes,
    como el de una cobra que cierra su oído
para no escuchar la música de los encantadores,
    del diestro en hechizos.

Rómpeles, oh Dios, los dientes;
    ¡arráncales, Señor, los colmillos a esos leones!
Que desaparezcan, como el agua que se derrama;
    que se rompan sus flechas al tensar el arco.
Que se disuelvan, como babosa rastrera;
    que no vean la luz del sol, cual si fueran abortivos.

Que sin darse cuenta, ardan como espinos;
    que el vendaval los arrastre, estén verdes o secos.
10 Se alegrará el justo al ver la venganza,
    al empapar sus pies en la sangre del malvado.
11 Dirá entonces la gente:
    «Ciertamente los justos son recompensados;
    ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra».