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Haste hermoseado más que los hijos de los hombres;

La gracia se derramó en tus labios:

Por tanto Dios te ha bendecido para siempre.

Cíñete tu espada sobre el muslo, oh valiente,

Con tu gloria y con tu majestad.

Y en tu gloria sé prosperado:

Cabalga sobre palabra de verdad, y de humildad, y de justicia;

Y tu diestra te enseñará cosas terribles.

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