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Oración pidiendo salud

Al músico principal. Salmo de David.

41 Bienaventurado el que piensa en el pobre;

En el día malo lo librará Jehová.

Jehová lo guardará, y le dará vida;

Será bienaventurado en la tierra,

Y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.

Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor;

Mullirás toda su cama en su enfermedad.

Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí;

Sana mi alma, porque contra ti he pecado.

Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando:

¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre?

Y si vienen a verme, hablan mentira;

Su corazón recoge para sí iniquidad,

Y al salir fuera la divulgan.

Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;

Contra mí piensan mal, diciendo de mí:

Cosa pestilencial se ha apoderado de él;

Y el que cayó en cama no volverá a levantarse.

Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,

Alzó contra mí el calcañar.(A)

10 Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar,

Y les daré el pago.

11 En esto conoceré que te he agradado,

Que mi enemigo no se huelgue de mí.

12 En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,

Y me has hecho estar delante de ti para siempre.

13 Bendito sea Jehová, el Dios de Israel,

Por los siglos de los siglos.(B)

Amén y Amén.

LIBRO II

Mi alma tiene sed de Dios

Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.

42 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,

Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;

¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,

Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?

Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;

De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,

Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

¿Por qué te abates, oh alma mía,

Y te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle,

Salvación mía y Dios mío.

Dios mío, mi alma está abatida en mí;

Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,

Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.

Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;

Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.

Pero de día mandará Jehová su misericordia,

Y de noche su cántico estará conmigo,

Y mi oración al Dios de mi vida.

Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?

¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?

10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,

Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?

11 ¿Por qué te abates, oh alma mía,

Y por qué te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle,

Salvación mía y Dios mío.

Plegaria pidiendo vindicación y liberación

43 Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa;

Líbrame de gente impía, y del hombre engañoso e inicuo.

Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado?

¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo?

Envía tu luz y tu verdad; estas me guiarán;

Me conducirán a tu santo monte,

Y a tus moradas.

Entraré al altar de Dios,

Al Dios de mi alegría y de mi gozo;

Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.

¿Por qué te abates, oh alma mía,

Y por qué te turbas dentro de mí?

Espera en Dios; porque aún he de alabarle,

Salvación mía y Dios mío.

Liberaciones pasadas y pruebas presentes

Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.

44 Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado,

La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.

Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos;

Afligiste a los pueblos, y los arrojaste.

Porque no se apoderaron de la tierra por su espada,

Ni su brazo los libró;

Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro,

Porque te complaciste en ellos.

Tú, oh Dios, eres mi rey;

Manda salvación a Jacob.

Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos;

En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios.

Porque no confiaré en mi arco,

Ni mi espada me salvará;

Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos,

Y has avergonzado a los que nos aborrecían.

En Dios nos gloriaremos todo el tiempo,

Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah

Pero nos has desechado, y nos has hecho avergonzar;

Y no sales con nuestros ejércitos.

10 Nos hiciste retroceder delante del enemigo,

Y nos saquean para sí los que nos aborrecen.

11 Nos entregas como ovejas al matadero,

Y nos has esparcido entre las naciones.

12 Has vendido a tu pueblo de balde;

No exigiste ningún precio.

13 Nos pones por afrenta de nuestros vecinos,

Por escarnio y por burla de los que nos rodean.

14 Nos pusiste por proverbio entre las naciones;

Todos al vernos menean la cabeza.

15 Cada día mi vergüenza está delante de mí,

Y la confusión de mi rostro me cubre,

16 Por la voz del que me vitupera y deshonra,

Por razón del enemigo y del vengativo.

17 Todo esto nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti,

Y no hemos faltado a tu pacto.

18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón,

Ni se han apartado de tus caminos nuestros pasos,

19 Para que nos quebrantases en el lugar de chacales,

Y nos cubrieses con sombra de muerte.

20 Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios,

O alzado nuestras manos a dios ajeno,

21 ¿No demandaría Dios esto?

Porque él conoce los secretos del corazón.

22 Pero por causa de ti nos matan cada día;

Somos contados como ovejas para el matadero.(C)

23 Despierta; ¿por qué duermes, Señor?

Despierta, no te alejes para siempre.

24 ¿Por qué escondes tu rostro,

Y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión nuestra?

25 Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo,

Y nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra.

26 Levántate para ayudarnos,

Y redímenos por causa de tu misericordia.

Cántico de las bodas del rey

Al músico principal; sobre Lirios. Masquil de los hijos de Coré. Canción de amores.

45 Rebosa mi corazón palabra buena;

Dirijo al rey mi canto;

Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero.

Eres el más hermoso de los hijos de los hombres;

La gracia se derramó en tus labios;

Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre.

Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente,

Con tu gloria y con tu majestad.

En tu gloria sé prosperado;

Cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia,

Y tu diestra te enseñará cosas terribles.

Tus saetas agudas,

Con que caerán pueblos debajo de ti,

Penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.

Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre;

Cetro de justicia es el cetro de tu reino.

Has amado la justicia y aborrecido la maldad;

Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo,

Con óleo de alegría más que a tus compañeros.(D)

Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos;

Desde palacios de marfil te recrean.

Hijas de reyes están entre tus ilustres;

Está la reina a tu diestra con oro de Ofir.

10 Oye, hija, y mira, e inclina tu oído;

Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre;

11 Y deseará el rey tu hermosura;

E inclínate a él, porque él es tu señor.

12 Y las hijas de Tiro vendrán con presentes;

Implorarán tu favor los ricos del pueblo.

13 Toda gloriosa es la hija del rey en su morada;

De brocado de oro es su vestido.

14 Con vestidos bordados será llevada al rey;

Vírgenes irán en pos de ella,

Compañeras suyas serán traídas a ti.

15 Serán traídas con alegría y gozo;

Entrarán en el palacio del rey.

16 En lugar de tus padres serán tus hijos,

A quienes harás príncipes en toda la tierra.

17 Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones,

Por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre.

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