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Salmo de David.

37 ¡Que no te provoquen enojo los malvados! Ni envidies a los que hacen mal.

Pronto se desvanecen como la hierba, y desaparecen como las flores de primavera. Pero confía en el Señor. Sé generoso y bueno; entonces vivirás y prosperarás aquí en la tierra.

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