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Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón.

¡Oh Señor, muchos son mis enemigos! ¡Muchos están contra mí! Muchos dicen que Dios jamás me ayudará Pero, Señor, tú eres mi escudo, mi gloria, tú mantienes en alto mi cabeza.

Clamé al Señor a voz en cuello, y él me respondió desde su monte santo. Luego me acosté y dormí en paz, y desperté a salvo, porque el Señor velaba por mí. Y ahora, aunque diez mil adversarios me tengan cercado, no tengo miedo. «¡Levántate, oh Señor! ¡Sálvame, Dios mío!». ¡Rómpele la quijada a mi enemigo! ¡Rómpele los dientes a los malvados!

La salvación viene de Dios. Envía su bendición a todo su pueblo.

33 Canten al Señor con alegría, ustedes los justos; es propio de los íntegros alabar al Señor. Alaben al Señor al son de la lira, entonen alabanzas con el arpa. Compónganle nuevos cánticos de alabanza, hábilmente acompañados en el arpa; canten con júbilo.

Porque todas las palabras de Dios son rectas; y cuanto él hace merece nuestra confianza. Él ama la justicia y el derecho; llena está la tierra de su tierno amor. Bastó que hablara, y se formaron los cielos; que soplara para que se formaran todas las estrellas. Él puso límites a los mares y encerró los océanos en su gran estanque.

Que todos en el mundo teman al Señor, y ante él sientan sobrecogido respeto. Porque bastó que hablara, y surgió el mundo. ¡A su mandato, apareció! 10 Desbarata los planes de todas las naciones, y frustra todos sus proyectos. 11 Pero los planes de él permanecen para siempre. Sus intenciones son inamovibles.

12 Bendita la nación cuyo Dios es el Señor, que ha sido elegida por él como pueblo suyo. 13 Desde el cielo mira el Señor a la humanidad. 14 Desde su trono observa a todo el que vive en la tierra. 15 Él hizo el corazón de ellos, entiende todo lo que hacen.

16 Ni el ejército mejor equipado puede salvar a un rey, porque no basta la mucha fuerza para salvar al guerrero. 17 Poca cosa es un caballo de guerra para obtener victoria; es vigoroso, pero no puede salvar.

18 Pero los ojos del Señor observan a los que le temen y confían en su invariable amor. 19 Él los guardará de la muerte y aun en tiempos de hambre los mantendrá con vida. 20 Sólo en el Señor confiamos para que nos salve. Sólo él puede ayudarnos; nos protege como escudo. 21 Razón tenemos para regocijarnos en el Señor. Porque confiamos en él. Confiamos en su santo nombre. 22 Sí, Señor, que tu amor nos rodee perennemente, porque sólo en ti reposa nuestra esperanza.

Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.

63 ¡Oh Dios, mi Dios! ¡Cómo te busco! ¡Qué sed tengo de ti en esta tierra reseca y triste en donde no hay agua! ¡Cómo anhelo encontrarte! ¡Te he visto en tu santuario y he contemplado tu fortaleza y gloria, porque tu amor y bondad son para mí mejor que la vida misma! ¡Cuánto te alabo! Te bendeciré mientras viva, alzando a ti mis manos en oración. Tú dejas mi alma más satisfecha que un delicioso banquete; te alabarán mis labios con gran júbilo.

Paso la noche despierto en mi lecho pensando en ti, en cuánto me has ayudado. ¡Canto durante la noche con gozo bajo la protectora sombra de tus alas! Te sigo de cerca, protegido por tu potente diestra. Pero quienes planean destruirme descenderán a las profundidades de la tierra. 10 Están condenados a morir a espada; a ser comida de chacales. 11 Pero el rey se regocijará en Dios. Todos los que en él confían se alegrarán, y los mentirosos serán acallados.

93 ¡El Señor es rey! Se ha revestido de majestad, de majestad se ha revestido y se ha armado con poder. Ha establecido al mundo con firmeza; no lo sacudirán.

Tu trono desde el principio se estableció, y tú desde siempre has existido. Los poderosos océanos braman, Señor. Los poderosos océanos braman como truenos; los poderosos océanos braman cuando sus olas se rompen en la playa. Pero el Señor, en las alturas, se muestra poderoso; más poderoso que el estruendo de las muchas aguas. Tus reales decretos no cambian. La santidad, Señor, es lo que hace a tu reino diferente.

Cántico de los peregrinos.

123 ¡Oh Dios cuyo trono está en el cielo: a ti levanto la mirada!

Como el siervo mantiene la mirada en su amo, como la esclava observa la mínima señal de su ama, así dirigimos la mirada al Señor nuestro Dios, esperando su misericordia.

Ten misericordia de nosotros; Señor, ten misericordia. Porque estamos hartos del desprecio. Estamos hartos de las burlas de los orgullosos y de los altivos.

Otras ventajas de la sabiduría

Hijo mío no olvides nunca mis enseñanzas. Guarda mis mandamientos en tu corazón, porque ellos te darán una larga vida y te traerán felicidad. No te apartes nunca del amor y la verdad; llévalos atados a tu cuello como si fueran un collar y escríbelos en lo profundo de tu corazón. Entonces contarás con la buena opinión de la gente y el favor de Dios. Confía en el Señor con todo tu corazón, y no confíes en tu propia inteligencia. Busca la voluntad del Señor en todo lo que hagas, y él dirigirá tus caminos.

No creas que eres tan sabio como para no tenerle miedo al mal. Honra al Señor y huye del mal, así llenarás tu cuerpo con salud y vigor.

Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. 10 Así tus graneros se llenarán hasta reventar, y tus bodegas rebosarán de vino nuevo.

11 Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te enojes cuando te reprenda; 12 pues el Señor corrige al que ama, así como el padre corrige al hijo que es su alegría. 13 Feliz es el que halla sabiduría y adquiere inteligencia. 14 Porque es mejor hallar sabiduría que plata; la sabiduría deja más ganancias que el oro. 15 Es mucho más valiosa que las piedras preciosas. ¡No hay dinero alguno con el que la puedas pagar! 16 Por un lado, la sabiduría te ofrece larga vida y, por el otro, te otorga riquezas y honor. 17 Te llevará por caminos agradables y en sus senderos encontrarás paz.

18 La sabiduría es árbol de vida para quien se sujeta de ella; ¡felices los que no la sueltan! 19 Con sabiduría el Señor fundó la tierra, con inteligencia estableció los cielos. 20 Por su conocimiento se separaron las aguas, las nubes derramaron la lluvia. 21 Hijo mío, sé prudente y no pierdas de vista la discreción, 22 porque ellas te llenarán de vida y te adornarán como un collar. 23 Podrás andar seguro en esta vida, sin problemas ni tropiezos. 24 Al acostarte, no tendrás ningún temor y dormirás tranquilamente. 25 No temerás al desastre que venga de repente, ni a la desgracia que caiga sobre los malvados, 26 porque el Señor estará siempre contigo y evitará que caigas en la trampa.

27 No te niegues a hacer el bien a quien lo necesita, cuando bien sabes que está en tu mano hacerlo. 28 No le digas a alguien que venga mañana por la ayuda, si tienes con qué dársela hoy. 29 No trames nada malo contra el que vive confiado en ti. 30 No te metas en pleitos con nadie, sino te han hecho daño. 31 No envidies a la gente violenta, ni imites su conducta. 32 Porque el Señor detesta a esos malvados, pero le da su amistad a los justos.

33 La maldición del Señor cae sobre la casa de los malvados, pero su bendición está sobre el hogar de los justos. 34 El Señor se burla de los burladores, pero ayuda a los humildes. 35 Los sabios se llenarán de honra, pero los necios se llenarán de vergüenza.