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Salmo de David.

28 A TI clamaré, oh Jehová,

Fortaleza mía: no te desentiendas de mí;

Porque no sea yo, dejándome tú,

Semejante á los que descienden al sepulcro.

Oye la voz de mis ruegos cuando clamo á ti,

Cuando alzo mis manos hacia el templo de tu santidad.

No me arrebates á una con los malos,

Y con los que hacen iniquidad:

Los cuales hablan paz con sus prójimos,

Y la maldad está en su corazón.

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