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Aunque ande en valle de sombra
de muerte
no temeré mal alguno,
porque tú estarás conmigo.
Tu vara y tu cayado
me infundirán aliento.
Preparas mesa delante de mí
en presencia de mis adversarios. Unges mi cabeza con aceite;
mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
y en la casa del SEÑOR
moraré por días sin fin.

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