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El SEÑOR es mi roca,
mi fortaleza y mi libertador.
Mi Dios es mi peña; en él me refugiaré. Él es mi escudo, el poder de mi
liberación y mi baluarte.
Invocaré al SEÑOR, quien es digno de ser alabado,
y seré librado de mis enemigos.
Me rodearon los dolores de la muerte,
y los torrentes de la perversidad me atemorizaron.

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